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Caridad

 

Caridad

Vid Introd al cap precedente, «Amor de Dios», que lo es también a éste. Aquí, bajo el título «Caridad» y a lo largo de treinta puntos, considera el Autor diversos aspectos del «mandatum novum» de Jn 13, 34. El texto asume el contenido de la segunda parte del cap del mismo nombre en Cec: quince consideraciones, a las que se agregan en Burgos otras quince de nueva redacción. El Autor interrumpe la transcripción de la serie de Cec en el p/445 de C para agregar, como p/446, otro procedente de distinto lugar de Cec, seguido de tres más de nueva redacción en Burgos (p/447-449). Continúa después con la serie de Cec donde la dejó y, a partir del p/458, inserta el resto de las fichas redactadas en Burgos.


La secuencia de los dos caps indica claramente la sólida «teología» de la caridad que aquí se propone: es el «amor de Dios» el que fundamenta el «amor al prójimo». La distinción y sucesión de caps lo hace patente. Este que comentamos se mueve en el contexto de la «fraternidad», como se señala con claridad en el punto primero. El horizonte es la vida ordinaria, el trato entre compañeros y amigos en el contexto profesional y familiar, en la empresa apostólica, en las tareas de formación, y desde ahí se abre a la preocupación por todas las almas.
En la «Segunda parte» de C el Autor conversará con el lector sobre las «virtudes cristianas» (caps 26-32), empezando por la fe. Pero ahora adelanta el momento originario de la caridad: la «caridad - Amor de Dios», que es el «hogar» de todo el nuevo desarrollo, y que se proyecta de manera inmediata en la «caridad - fraternidad». Ambos caps, al término de la «Primera parte» del libro, se inscriben en el clima de fe bautismal, dominante desde el punto primero –«ilumina con la luminaria de tu fe y de tu amor»–, y son como una expresión de la palabra paulina: «la fe que actúa por la caridad» (Ga 5, 6).


Me parece ver una diferencia temática entre el patrimonio de Cec y los nuevos textos de Burgos: aquél se concentra de manera predominante en la interioridad de
la caridad o de las faltas de caridad: en el pensamiento y en el juicio, con la secuela de la murmuración y la crítica negativa; la serie final de textos de nueva redacción (p/458-469) trata sobre todo de la «ayuda» positiva al hermano, desarrollando el fundamental punto primero del cap (p/440), que por cierto pertenece a la serie de Cuenca.


440* Cuando hayas terminado tu trabajo, haz el de tu hermano, ayudándole, por Cristo, con tal delicadeza y naturalidad que ni el favorecido se dé cuenta de que estás haciendo más de lo que en justicia debes.
—¡Esto sí que es fina virtud de hijo de Dios!


Este primer punto, como acabo de decir, describe con toda claridad el marco en que se mueve el presente cap: caridad como amor al prójimo, al hermano. Este punto es uno de los nueve que transcribió a su Cuaderno VII el 7-I-1934, nº 1107. El tenor literal del texto es idéntico al de C.
El punto es emblemático de la perspectiva en que se sitúa constantemente el libro: la santificación de la tarea profesional y social ordinaria. El trabajo y el mundo del trabajo aparecen así como lugar humano para vivir la caridad de Cristo.


441* Te duelen las faltas de caridad del prójimo para ti. ¿Cuánto dolerán a Dios tus faltas de caridad —de Amor— para Él?


Texto del Cuaderno VII, nº 1105, también como el anterior fechado en 7-I-1934. El tenor literal es idéntico al de C con la variante señalada en apcrít.

Situado el marco humano, civil, de la caridad cristiana, el Autor quiere eliminar cuanto antes del horizonte del lector la tendencia a considerar la caridad fraterna, no como la que yo debo tener con los demás, sino como la que «los otros» no tienen conmigo. Escrivá exhorta a su interlocutor a una autocrítica personal ante Dios: «tus» faltas –personales– de caridad en el sentido del cap precedente: de Amor, con mayúscula, como señala expresamente.


442* No admitas un mal pensamiento de nadie, aunque las palabras u obras del interesado den pie para juzgar así razonablemente.


Desde el punto de vista del contenido, hay que hacer notar que con este punto comienza una extensa sección (p/442-457: la mayor parte procedentes del impreso
de Cuenca) dedicada a dos temas muy próximos, que se entrelazan: el «juicio» acerca de los demás («pensar mal») y las distintas formas de «crítica» e incluso de «murmuración».
Desde el punto de vista de la redacción, estamos ante un texto de los Apínt, que no es originariamente una «consideración» del Autor, sino una reflexión personal acerca de la propia vida, que escribe al filo de otros eventos:
«14 de noviembre de 1931: Después de algo que ha sucedido estos días, al fracasado sempiterno que escribe estas catalinas, tendré muchísimo cuidado en todo lo que suponga formar juicio de las personas, no admitiendo un mal pensamiento de nadie, aunque las palabras u obras del interesado den pie para juzgar así razonablemente: Somos demasiado inclinados a comenzar el credo por Poncio Pilato.
Con motivo de esos sucesos, a que me refiero antes, recuerdo que Jesús me ha querido siempre para Él –ya lo explicaré despacio, otro día–, por eso me aguó todas las fiestas, puso acíbar en todas mis alegrías, me hizo sentir las espinas de todas las rosas del camino... Y yo, ciego: sin ver, hasta ahora, la predilección del Rey, que, en mi vida entera, reselló mi carne y mi espíritu con el sello real de la Santa Cruz».
El final de la anotación transcrita arroja luz sobre la vida cotidiana que vivió el Autor y sobre los puntos del cap anterior referentes al dolor como piedra de toque del Amor.


443* No hagas crítica negativa: cuando no puedas alabar, cállate.


Punto escrito cuatro días después del que precede (Cuaderno IV, nº 399, 18-XI-1931), con el mismo contexto de personas que le hacían sufrir y a las que no quería juzgar (vid com/187). Al final de una reflexión concluye:
«Propósitos prácticos: 1/ antes de comenzar una conversación o de hacer una visita, elevaré el corazón a Dios. 2/ No porfiaré, aunque esté cargado de razón. Solamente, si es de gloria de Dios, diré mi opinión, pero sin porfiar. 3/ No haré crítica negativa: cuando no pueda alabar, me callaré».

Comienza el tránsito del «juicio» interior (p/442) a la «palabra» exterior (p/443), que se prolongará, como dije, por toda la sección. La consideración de esta palabra externa, contraria a la caridad, continúa en los dos puntos siguientes.


444* Nunca hables mal de tu hermano, aunque tengas sobrados motivos. —Ve primero al Sagrario, y luego ve al Sacerdote, tu padre, y desahoga también tu pena con él.
—Y con nadie más.


Texto del Cuaderno VI, nº 879, fechado en 25-XI-1932. Este punto, en cambio, sí es una «consideración» en sentido propio, que el Autor pasa ese día a su Cuaderno junto con otros dos futuros puntos de C. Ahora el contexto no es el sufrimiento de la vida, sino la íntima fraternidad de los que trabajan con el mismo ideal apostólico. El tenor literal es idéntico al de C con la variante señalada en apcrít.
La sección que forman los p/444-450, dedicados a poner de manifiesto cómo se puede ofender a Dios con la lengua, son como una meditación bíblica sobre el cap 3 de la carta de Santiago, que se inscribe en la reflexión de todo el cap sobre «juicio» y «palabra».


445* La murmuración es roña que ensucia y entorpece el apostolado. —Va contra la caridad, resta fuerzas, quita la paz, y hace perder la unión con Dios.


El original de este punto, como acabo de decir, está situado en el Cuaderno VI a continuación del p/444. Tienen ambos el mismo contexto espiritual. El tenor literal del texto es idéntico al de C. Al final de la frase el Autor agrega «R.Ch.V.».


446* Si eres tan miserable, ¿cómo te extraña que los demás tengan miserias?


Texto del Cuaderno VII, nº 1096, fechado en 30-XII-1933. El tenor literal del texto es idéntico al de C. En el impreso de Cuenca este punto no estaba situado en el presente cap, sino en el que allí se llamaba «Virtudes», que el Autor, al preparar el texto definitivo en Burgos, fraccionó y redistribuyó ampliamente (Vid IntrodGen). Ahora lo sitúa en el contexto del «juicio» interior sobre el prójimo: el conocimiento de las propias miserias debe ser disuasivo a la hora de «juzgar» a los demás. Detrás del texto se advierte el impacto sobre el Autor de la palabra de Jesús sobre la paja en el ojo ajeno y la viga en el propio (Mt 7, 3).


447* Después de ver en qué se emplean, ¡íntegras!, muchas vidas (lengua, lengua, lengua con todas sus consecuencias), me parece más necesario y más amable el silencio. —Y entiendo muy bien que pidas cuenta, Señor, de la palabra ociosa1.


El Autor introduce ahora tres puntos de nueva elaboración. Con ellos pasamos de nuevo del «juicio» interior a la «palabra» exterior poco caritativa. Este primero es una octavilla Bl, trazo fino pero firme. Podría tal vez considerarse de la serie Lh, redactada en Honduras. El ansia de silencio es un tema que aparece en Honduras (vid epistolario del Autor) ante la cháchara continua de los refugiados. Escribe:
«¡Qué ganas tengo de escuchar el silencio!».

San Juan de la Cruz había escrito: «¿Cómo te atreves a holgarte tan sin temor, pues has de parecer delante de Dios a dar cuenta de la menor palabra y pensamiento?».


448* Es más fácil decir que hacer. —Tú..., que tienes esa lengua tajante —de hacha—, ¿has probado alguna vez, por casualidad siquiera, a hacer «bien» lo que, según tu «autorizada» opinión, hacen los otros menos bien?


Otra ficha de corte redaccional semejante a la anterior, con un tema que prolonga lo dicho en el p/446. Texto sin interrelación documental conocida. Ahora es otra vía la que propone el Autor para ejercitarse en la comprensión de los demás. Ya no es la conciencia de la propia miseria, sino el exigirse en serio, personalmente, en aquello mismo que aparece como defecto de los demás, lo que nos hará prudentes en el juicio y en la expresión.
Vid p/675 y com.


449* Eso se llama: susurración, murmuración, trapisonda, enredo, chisme, cuento, insidia..., ¿calumnia?, ¿vileza?
—Es difícil que la «función de criterio», de quien no tiene por qué ejercitarla, no acabe en «faena de comadres».


La ficha pertenece a la serie Bl subserie Ber, de trazos muy finos. A mi parecer fue escrita, en su secuencia primera, en Vergara, predicando a los sacerdotes. El Autor había añadido, con la «tinta de Vergara», un párrafo complementario al guión que ya utilizó en los EjEsp de Vitoria, que dice así:
«¿Una función de criterio o una labor de comadres? Murmuración, susurración, trapisonda, enredo, insidia..., ¿calumnia?: tirar piedras con los ojos vendados».
El esquema del punto de C se encuentra ya en el reverso del sobre en el que guardaba los esquemas de los EjEsp de Vergara a sacerdotes:
«crítica: ¿función de criterio o faena de comadres?».
Después, en el mismo Vergara, escribió la «gaitica», que tiene el mismo trazo y dice así en su primera secuencia redaccional:
«Eso se llama: susurración, murmuración, trapisonda, enredo, insidia, ¿calumnia?, ¿vileza? –Es difícil que la ‘función de criterio’ no acabe en ‘labor de comadres’».
Este símil lo había ya utilizado en el retiro que predicó en Salamanca en enero de ese mismo año, y allí hay esta anotación:
«Para el final, la lengua: discreción, chismes, cuentos y enredos: ¿crítica? ¿función de criterio? ¡labor de comadres! – ¡Callar!».
Las palabras que he subrayado en los apuntes de Vergara y Salamanca pasarán como añadidos al texto definitivo de este punto (vid apcrít). Vid p/455.
«Faena de comadres». La expresión, muy común en la primera mitad del siglo XX, responde bien a lo que dice Moliner para «comadres»: «mujeres, particularmente cuando se las considera en reunión, murmurando o charlando»17b.
En el verano de 1935 había dado una charla a un grupo de universitarios, cuyo guión se conserva y es como el fondo bíblico de lo que en este punto se dice con lenguaje desenfadado. El guión consta, exclusivamente, de estos cinco textos de la Sagrada Escritura:
«–Verba susurronis, quasi simplicia (Prov. XXVI, 22)
–Susurro et bilinguis maledictus, multos enim turbabit pacem habentes (Eccli. XXVIII, 15)
–Susurro coinquinabit animam suam, et .. odietur (Eccli. XXI, 31)
–Hospitales invicem, sine murmuratione (I Pet. IV, 9)
–Nolite murmurare in invicem (Joann. VI, 43)».


450* ¡Cuánto duele a Dios y cuánto daña a muchas almas —y cuánto puede santificar a otras— la injusticia de los «justos»!


El Autor reconecta con el impreso de Cuenca en el lugar en que quedó interrumpido. Texto del Cuaderno VI, nº 831, fechado en 28-IX-1932.
La «palabra» injusta es vista desde el sujeto que la padece: la injusticia de los «justos», la contradicción de los «buenos» (vid sobre el tema com/695). Estos meses de 1932, a partir de los textos de esas fechas que nos salen al paso, debieron ser muy penosos para el Autor, que iba acumulando dolor y experiencia.


451* No queramos juzgar1. —Cada uno ve las cosas desde su punto de vista... y con su entendimiento, bien limitado casi siempre, y oscuros o nebulosos, con tinieblas de apasionamiento, sus ojos, muchas veces.
Además, lo mismo que la de esos pintores modernistas, es la visión de ciertas personas tan subjetiva y tan enfermiza, que trazan unos rasgos arbitrarios asegurándonos que son nuestro retrato, nuestra conducta...
¡Qué poco valen los juicios de los hombres! —No juzguéis sin tamizar vuestro juicio en la oración.


Texto del Cuaderno V, nº 776, escrito en 12-VII-1932. Tenor del texto idéntico al de C, excepto el último párrafo, que dice así:
«¡Qué poco valen los juicios de los hombres! Dios y yo. No juzguéis, sin tamizar vuestro juicio en la oración».
Tal vez sea este p/451 el que está en el centro de este conjunto de consideraciones sobre «juicio» y «palabra» en el contexto de la caridad. El punto de partida es el mandato de Jesús según San Lucas: nolite iudicare. Desde el punto de vista de la historia concreta, no cabe duda de que San Josemaría está exponiendo su experiencia al verse juzgado y criticado desde ópticas deformadas.

La conclusión es doble. La primera queda especialmente recalcada en la frase que hemos transcrito del V Cuaderno. El «¡Qué poco valen los juicios de los hombres!» es originariamente un pensamiento del Autor acerca de lo que se andaba diciendo de él, para animarse a no dar importancia a tanta palabra despectiva o falsa. Por eso agrega –esto es lo que no pasa al texto de C–: «Dios y yo». Es el «Deus et anima mea!» de Agustín y, sobre todo la doctrina de San Pablo, que hace eco a la de Jesús: «Lo que menos me importa es ser juzgado por vosotros... ¡Ni siquiera me juzgo a mí mismo!... Quien me juzga es el Señor» (1 Co 4, 3-4). Al prescindir de esas palabras en el texto de C, parece que Escrivá quiere evitar al lector la tentación de quedarse en mecanismos de autodefensa. El texto de C es una invitación a relativizar no sólo los juicios que hacen de nosotros, sino –quizá, ante todo– los que nosotros hacemos de los demás. Esos juicios que valen poco son «los de los hombres»: por tanto, los nuestros... Aquí, la segunda conclusión, que es la más patente en el texto de C: si a pesar de todo hubiera que juzgar, el hogar propio de este juicio ha de ser la oración humilde ante Dios.

«No queramos juzgar». Sin duda gustaba al Autor este giro –inspirado en la Vulgata– para formular ciertos imperativos. Aparece menos tajante, más «participado» por el sujeto, que se siente más persuadido que imperado...
«Pintores modernistas». Subraya –me parece– la vertiente subjetivista del fenómeno artístico del «modernismo». Vid com/133.


452* Esfuérzate, si es preciso, en perdonar siempre a quienes te ofendan, desde el primer instante, ya que, por grande que sea el perjuicio o la ofensa que te hagan, más te ha perdonado Dios a ti.


Texto del Cuaderno VI, nº 827, fechado en 28-IX-1932, el mismo día que el p/450 y otros cinco más.
El Autor da un nuevo paso respecto al punto anterior: no sólo que no nos alteren las palabras injustas, sino que surja inmediatamente el perdón:
«Me esforzaré, si es preciso, en perdonar siempre a quienes me ofendan, desde el primer instante, ya que por grande que sea el perjuicio o la ofensa que me hagan, más me ha perdonado Dios a mí».
En puntos anteriores se ha hablado de cómo Dios perdona al hombre (vid p/262, 267, 309, 436). Ese perdón aparece ahora, como en la parábola de los dos deudores (Mt 18, 23-35), como fundamento y exigencia del perdón fraterno entre los hombres, una de las enseñanzas más características de Jesús. Vid también en esta línea p/689.


453* ¿Murmuras? —Pierdes, entonces, el buen espíritu y, si no aprendes a callar, cada palabra es un paso que te acerca a la puerta de salida de esa empresa apostólica en la que trabajas.


En la doctrina espiritual de Josemaría Escrivá –no sólo en C– es éste un asunto central para la comprensión de la caridad cristiana. El Autor ya ha tratado del tema en los p/445 y 449. El contexto de los tres puntos es siempre un grupo de hombres y mujeres unidos por el mismo ideal de Cristo y llamados, por tanto, a vivir la más delicada fraternidad. El Fundador se dirige a fieles del Opus Dei en las notas originarias (escritas en 19-III-1933, Cuaderno VI, nº 953):
«¿Murmuras? Pierdes, entonces, el espíritu de la Obra y, si no aprendes a callar, cada palabra es un paso que te acerca a la puerta de salida».
Este punto es muy característico de la manera de redacción de C. Como ya se ha dicho, para el Autor las primeras cuartillas a velógrafo son como una extensión y una ayuda para la formación de la gente que entraba en contacto con el Opus Dei naciente. Pero el círculo se agrandaba y, sin dejar de tener ese origen redaccional, el Autor busca cada vez más una redacción independiente del inmediato contexto apostólico en el que se forjan esas notas. En este p/453 es muy claro. La murmuración –se nos dice– hace perder «el buen espíritu». Pero en el Cuaderno y en las cuartillas a velógrafo lo que la murmuración arruina en el murmurador es «el espíritu de la Obra». Al pasar al texto impreso, el Autor escribe «nuestro espíritu», que tiene resonancias más plurales y abarcantes. En la edición definitiva, la evolución se ha completado y tenemos la lección actual: lo que se pierde por la murmuración es, sencillamente, «el buen espíritu», el espíritu de Cristo y de su Evangelio. La doctrina, que es universal desde el principio, adquiere formulaciones cada vez más adecuadas al fin del libro. También en C el Autor concreta de otra manera la «puerta de salida»: no es la del Opus Dei, como en el velógrafo y en el Cuaderno, sino la de «la empresa
apostólica en la que trabajas», sea la que sea: la murmuración arruina todo lo que es cristiano.
El tema de la murmuración reaparece un poco más abajo: p/455, 456 y 457.


454* No juzguéis sin oír a las dos partes. —Muy fácilmente, aun las personas que se tienen por piadosas, se olvidan de esta norma de prudencia elemental.


Seguimos en el tema del «juicio», pero ahora ya no es –al menos directamente– el «juicio» interior, sino el deber de «juzgar» de los que tienen esa misión en el ejercicio de su trabajo o en una «empresa apostólica». El criterio es fundamental y el Autor lo subraya por la frecuencia con que se omite. Texto del Cuaderno VI, nº 972, precedido del p/339 y seguido del p/839, fechados los tres en 1-IV-1933:
«No juzguéis sin oír a las dos partes. Esto parece sencillo, pero corrientemente nos olvidamos de ponerlo en práctica».
Detrás de esa doctrina está la meditación del texto de San Juan 7, 51, que escribía cada año al comienzo de su agenda y que recoge en este documento dirigido a los fieles del Opus Dei:
«Prudencia para juzgar, según aquellas palabras de Nicodemo: numquid lex nostra iudicat hominem, nisi prius audierit ab ipso, et cognoverit quid faciat? (Ioann. VII, 51); ¿acaso nuestra ley condena a un hombre antes de oírle, y sin averiguar lo que hizo? Juzgar sin escuchar al acusado es dificilísimo que no lleve consigo el error en el juicio: la injusticia. Hay que oír las dos campanas y que se sepa, además, quién es el campanero»25b.
Oír, pues, las dos campanas y conocer al campanero: es el criterio práctico que manifiesta las virtudes —prudencia, justicia, fortaleza— del que gobierna.


455* ¿Sabes el daño que puedes ocasionar al tirar lejos una piedra si tienes los ojos vendados?
—Tampoco sabes el perjuicio que puedes producir, a veces grave, al lanzar frases de murmuración, que te parecen levísimas, porque tienes los ojos vendados por la desaprensión o por el acaloramiento.


Texto del Cuaderno VI, nº 1075, fechado en 6-XI-1933. El tenor literal del texto es idéntico al de C en la segunda frase. Para la primera vid apcrít.
Temática estrechamente próxima a la del p/449. Vid com.


456* Hacer crítica, destruir, no es difícil: el último peón de albañilería sabe hincar su herramienta en la piedra noble y bella de una catedral.
—Construir: ésta es la labor que requiere maestros.


Texto del Cuaderno VII, nº 1092, fechado en 24-XII-1933. El tenor literal del texto es idéntico al de C. Como se ve, en el libro y en el ambiente de la época la acepción más normal de «crítica» es la que vemos en este punto: «destruir». Es lo que el Autor llama en otro punto (443) «crítica negativa», que es una variante del «destruir».
Frente a ella se sitúa la «crítica positiva», que es a su vez un aspecto de una tarea «que requiere maestros»: «construir», como se dice en este punto, es decir, trabajar en serio, hacer obra útil y bella que, cuando es necesario, toma la forma de «crítica» ejercitada desde la «pericia» en la materia y con espíritu de servicio, de colaboración, en última instancia de caridad fraterna: «ad aedificationem et non ad destructionem». Ésta es la crítica que el Autor aprecia, porque sin ella no se construye. En la relación interpersonal, la forma eminente –evangélica– de esta crítica constructiva, movida por la caridad, es la «corrección fraterna», en la que se habla cara a cara, a solas con el interesado, y las cosas que debería corregir se le dicen con afecto, sin humillar. Escribe el Autor en Surco, 907:
«[…] Y no me caigas tú en la murmuración, por un mal entendido derecho de réplica. Si has de hablar, sírvete de la corrección fraterna, como aconseja el Evangelio».
Bien entendido que ese hablar es muchas veces una importante responsabilidad cristiana:
«No descuides la práctica de la corrección fraterna, muestra clara de la virtud sobrenatural de la caridad. Cuesta; más cómodo es inhibirse; ¡más cómodo!, pero no es sobrenatural.
–Y de estas omisiones darás cuenta a Dios».


457* ¿Quién eres tú para juzgar el acierto del superior? —¿No ves que él tiene más elementos de juicio que tú; más experiencia; más rectos, sabios y desapasionados consejeros; y, sobre todo, más gracia, una gracia especial, gracia de estado, que es luz y ayuda poderosa de Dios?


Texto del Cuaderno VI, nº 1060, fechado en 11-X-1933. El tenor literal del texto es idéntico al de C. Es éste el último punto procedente del impreso de Cuenca y con él se cierra la extensa sección que hemos llamado «juicio» interior y «palabra» exterior como atentados a la caridad. Ahora el «juicio» aparece modalizado por razón de la persona juzgada. El ámbito en que se mueve la relación humana subyacente a este punto no es, ante todo, el de la compleja vida social y profesional, sino el de las empresas apostólicas y por supuesto el de la Iglesia misma, con su estructura jerárquica.

Es evidente que el Autor no excluye que una persona concreta pueda tener nuevos «elementos de juicio» que ofrecer sencillamente a ese superior, para ayudarle a perfilar e incluso rectificar su mandato. El «plus» de experiencia, no es de experiencia «personal» –de ésta puede tener más el que obedece–, sino la experiencia acumulada de la función y del cargo. Más todavía, el Autor cuenta con la realidad, no infrecuente, que describe en el p/621 (vid). Todo esto es obvio. Pero el p/457 va más allá; su mensaje –si nos situamos en el centro de la conciencia cristiana respecto de la Iglesia– es éste: los que tienen función de gobierno en la Iglesia tienen a la vez «una gracia especial, gracia de estado, que es luz y ayuda poderosa de Dios» en orden al discernimiento. Si esto se olvida, se arruina el vivir de la comunidad cristiana organice exstructa, como dijo el Concilio Vaticano II. Es interesante leer este punto precedido del p/617, que fue transcrito en el Cuaderno inmediatamente antes del que comentamos, formando ambos una misma secuencia redaccional.


458* Esos choques con el egoísmo del mundo te harán estimar en más la caridad fraternal de los tuyos.


Comienza la última sección de este cap con textos de elaboración posterior al impreso de Cuenca: en Burgos o en la Legación de Honduras. El clima de estos puntos no es el del binomio «juicios» - «palabras», sino, presuponiéndolo, la «acción» caritativa y fraterna y el tesoro que es la fraternidad.
El texto está escrito sobre una octavilla con dorso en blanco y pluma de trazo fino. No obstante no parece de la serie Lh. Texto sin interrelación documental conocida.


459* Tu caridad es... presuntuosa. —Desde lejos, atraes: tienes luz. —De cerca, repeles: te falta calor. —¡Qué lástima!


Ficha redactada en Burgos. El texto, escrito sobre una octavilla Bl, pluma de trazos fuertes, está inspirado en una vieja caricatura japonesa, que Josemaría Escrivá contempló en su juventud y le quedó fuertemente grabada. Dejó constancia en su Cuaderno IV, 2-IX-1931, nº 259:
«Y voy a terminar: todo esto me recuerda cierta curiosa caricatura japonesa: el hombre práctico (el apostólico, diríamos aquí) coloca su único farol a poca altura, para alumbrar en la noche a su familia, que se entretiene y charla iluminada por la llama humilde: el hombre presuntuoso (el seudoapóstol) coloca la lámpara en lo alto de un palo de veinte metros, para que desde lejos piensen: ¡hermosa luz tienen allá arriba!: pero ni ilumina a los extraños, ni calienta el hogar de los suyos, a quienes además deja a oscuras. Jesús mío: que el apostolado fecundo de tus hijos de la Obra de Dios sea la consecuencia de la luz y calor superabundantes de sus almas y de sus hogares: que nuestro apostolado sea un apostolado sin paradojas».
En una meditación de Vergara se encuentra el apunte que pudo sugerirle la redacción del punto que comentamos:
«Caricatura japonesa: el hombre discreto y el hombre presuntuoso».

En 30-V-1970, en un encuentro con mujeres en México, fue interrogado sobre el tema:
«Es que hay unas personas que efectivamente tienen una especie de efusión grande de religiosidad, que se ve –desde lejos atrae–, pero después se acerca uno a ellos y las obras no responden, están muy por debajo de aquella luz. –Te voy a contar que hace muchos, muchos años, vi una caricatura japonesa. ¿Hay aquí alguna japonesa? Pues en aquella caricatura había dos dibujos. En uno decía: el hombre presuntuoso; y estaban alrededor de la mesa el papá, la mamá y una colección de niños con los ojillos hasta aquí [rasgados], y en lo alto de una pértiga –¿pértiga se dice aquí?–, en lo alto de un palo de veinte metros, tenían puesta una luz, que no servía más que para llamar la atención. Decían: ahí está la familia de fulano, y la familia de fulano estaba a oscuras. En el otro dibujo ponía: el hombre prudente. En aquella otra familia estaba el papá, la mamá y una colección de críos, ¡bien!; y la luz estaba colocada en medio de la mesa, de modo que todos tenían luz y calor. ¿Has comprendido ahora? Esa que llama la atención y después no tiene obras, realmente tiene el corazón sin luz; por eso no tiene caridad, no tiene finura de amor con las almas. Ya me has entendido».


460* «Frater qui adjuvatur a fratre quasi civitas firma»1 —El hermano ayudado por su hermano es tan fuerte como una ciudad amurallada.
—Piensa un rato y decídete a vivir la fraternidad que siempre te recomiendo.


Octavilla Drv, con dorso autógrafo del Autor en el que se lee: «Temas de meditación». Pluma de trazos fuertes. Texto sin interrelación documental conocida. El versículo de los Proverbios conmovía a San Josemaría desde muchos años atrás. En su Cuaderno había escrito en 23-VI-1932, nº 760:
«Tengamos presentes estas palabras del libro de los Proverbios (XVIII, 19): Cuando un hermano ayuda a otro hermano, ambos son como una ciudad muy fuerte».
El Fundador hizo poner en diversos Centros del Opus Dei reposteros con el lema de este punto: Frater qui adjuvatur a fratre quasi civitas firma.


461* Si no te veo practicar la bendita fraternidad, que de continuo te predico, te recordaré aquellas palabras entrañables de San Juan: «Filioli mei, non diligamus verbo neque lingua, sed opere et veritate»1 —Hijitos míos, no amemos con la palabra o con la lengua, sino con obras y de verdad.


Otra octavilla Bl de trazo fuerte. Dos anotaciones en sus guiones de predicación:
«Decir que sí con la lengua, que no con las obras...».
«Filioli mei, non diligamus verbo neque lingua sed opere et veritate (I Joann, III, 18)».


462* ¡Poder de la caridad! —Vuestra mutua flaqueza es también apoyo que os sostiene derechos en el cumplimiento del deber si vivís vuestra fraternidad bendita: como mutuamente se sostienen, apoyándose, los naipes.


Texto escrito sobre una octavilla Re. El símil sobre el que gravita el punto está anotado en una hoja suelta del Cuaderno de Honduras, sin numerar (Apínt, nº 1374):
«Consulado – legación – coche. Dos cartas se sostienen».
En la parte de abajo de la octavilla el Autor escribió: «(retocar)». Vid com/312. El pensamiento se prolonga en Forja, 148:
«Si sabes querer a los demás y difundes ese cariño —caridad de Cristo, fina, delicada— entre todos, os apoyaréis unos a otros: y el que vaya a caer se sentirá sostenido —y urgido— con esa fortaleza fraterna, para ser fiel a Dios».


463* Más que en «dar», la caridad está en «comprender». —Por eso busca una excusa para tu prójimo —las hay siempre—, si tienes el deber de juzgar.


Texto escrito sobre una octavilla de la serie Lh, con la grafía característica de Honduras. El Autor vuelve al tema «juicio» interior y al deber de juzgar, para subrayar de nuevo la doctrina que ya expuso en los p/442 y 454. Con ocasión de este retorno, asienta una tesis fundamental sobre la caridad del cristiano: más que en «dar» está en «comprender».
El apcrít pone de manifiesto un desarrollo del tema que no pasó al manuscrito ni al impreso. Con el texto no admitido, quería prevenir al lector de una cierta tentación rigorista, que podría llevar a pensar que la «comprensión» implicaba debilitamiento de la justicia y de la fortaleza. No, dice Escrivá:
«porque esta comprensión de la Caridad participa de la Prudencia y de la Templanza, virtudes hermanas de la Justicia y de la Fortaleza».
Pero le debió parecer que la afirmación tajante y clara tenía más fuerza que el intento de argumentación. El Autor, finalmente, tachó la frase. No es frecuente este tipo de solución en un nivel tan avanzado del proceso redaccional.


464* ¿Sabes que aquella persona está en peligro para su alma? —Desde lejos, con tu vida de unión, puedes serle ayuda eficaz. —¡Hala, pues!, y no te intranquilices.


Texto escrito sobre una octavilla de la subserie Ber. Es un punto que refleja el clima de «comunión de los santos», que se hizo especialmente vivo en torno a San Josemaría en los años de la guerra civil española. En este contexto subraya la oración y la «vida de unión» como expresiones del amor fraterno, que debe poner serenidad en el alma. Alguna de las experiencias vividas le servía para ilustrar su predicación a sacerdotes:
«Invocación: confianza (los dos a lo mismo), unión: vida sobrenatural, como fruto. Unos por otros: Comunión de los Santos: ejemplos: Teresa y Teresita y Mig... perdigones en los zapatos. Congregavit nos in unum Xti Amor»38.

465* Esas desazones que sientes por tus hermanos me parecen bien: son prueba de vuestra mutua caridad. —Procura, sin embargo, que tus desazones no degeneren en inquietud.


Texto escrito sobre una octavilla de la serie Lh, que inculca, con distintas palabras, el mismo mensaje del punto anterior. Doctrina que había predicado al pequeño grupo de Honduras, cuando se veían bloqueados humanamente para «hacer» algo por los demás. Les exhortaba:
«A pensar en la Obra, a pensar en mis hermanos, pero con preocupación sobrenatural, sin desazones, sin excesos».


466* De ordinario, la gente es muy poco generosa con su dinero —me escribes—. Conversación, entusiasmos bulliciosos, promesas, planes. —A la hora del sacrificio, son pocos los que «arriman el hombro». Y, si dan, ha de ser con una diversión interpuesta —baile, tómbola, cine, velada— o anuncio y lista de donativos en la prensa.
—Triste es el cuadro, pero tiene excepciones: sé tú también de los que no dejan que su mano izquierda, cuando dan limosna, sepa lo que hace la derecha1.


Texto escrito sobre una octavilla Re. La ficha forma con las dos siguientes (p/467 y 468) una unidad redaccional: idénticos papel, tema, tinta y letra.
Escritos los tres puntos en diciembre 1938, la experiencia que reflejan es vieja y de ella, de una manera o de otra, podrían contar muchas cosas todos los santos. El Autor, en los años 1933-36, con ocasión de la modesta instalación de la Academia DYA, pudo comprobarlo muy a fondo. La estancia en Burgos fue también recia en la materia y es a la que responden los siguientes dos puntos.


467* Libros. —Extendí la mano, como un pobrecito de Cristo, y pedí libros. ¡Libros!, que son alimento, para la inteligencia católica, apostólica y romana de muchos jóvenes universitarios.
—Extendí la mano, como un pobrecito de Cristo... ¡y me llevé cada chasco!
—¿Por qué no entienden, Jesús, la honda caridad cristiana de esa limosna, más eficaz que dar pan de buen trigo?


Texto escrito sobre una octavilla Re. Vid com/466. El origen concreto de lo que aquí se dice está en el proyecto, que concibió el Autor en Burgos, de girar una invitación internacional –a Universidades y entidades culturales del extranjero– en petición de libros para reconstruir la biblioteca de la Residencia de Ferraz, dañada por los bombardeos y saqueada. La «circular» iba avalada con la firma de diversos catedráticos e intelectuales, trabajosamente recabada. José María Albareda y Tomás Alvira, que se movían en estos círculos, fueron la ayuda principal del Autor en el proyecto, que se llevó a cabo con escasísimo resultado.

Tanto Francisco Botella como Pedro Casciaro hablan del proyecto en sus memorias. Casciaro escribe:
«Para esto tuvo un buen aliado en Albareda. El Siervo de Dios acudió a diversos intelectuales amigos suyos para que le ayudaran a conseguir libros de estudio, preferentemente extranjeros. Pero, como él mismo dejó escrito, sufrió muchas decepciones [aquí, texto del p/467]. Al principio se preocupaba de dónde íbamos a poner el depósito de los libros que irían llegando; pero los libros no llegaron. Sólo recibimos unos cuantos en italiano, publicados por la Università Cattolica del Sacro Cuore, de Milán».

Francisco Botella por su parte anota:
«Le preocupaba [al Autor de C] la formación cultural, la necesidad de dar doctrina con una base honda. El primer enemigo es la ignorancia, nos repetía. Hablaba con José María sobre la Universidad y la investigación. Nos decía que estudiásemos mucho [...]. Ahora, sin nada otra vez, pensó en hacer una petición de libros para rehacer la biblioteca de trabajo. Y se pusieron en marcha José María, Tomás Alvira –que no perdía el contacto con el Padre– y otros más. Pero no se consiguió nada. Escribió entonces aquel punto de Camino (p/467)».


468* Eres excesivamente candoroso. —¡Que son pocos los que practican la caridad! —Que tener caridad no es dar ropa vieja o monedas de cobre...
—Y me cuentas tu caso y tu desilusión.
—Sólo se me ocurre esto: vamos tú y yo a dar y a darnos sin tacañería. Y evitaremos que quienes nos traten adquieran tu triste experiencia.


Texto escrito sobre una octavilla Re. Vid com/466. Estamos ante la misma experiencia anterior, y la tentación del desánimo. Como siempre, el Autor levanta el espíritu de su interlocutor y sitúa la cuestión en su horizonte real, que es el de la entrega personal a Jesucristo. El Autor vuelve sobre el tema y lo desarrolla en Surco, 26.


469* «Saludad a todos los santos1. Todos los santos os saludan2. A todos los santos que viven en Éfeso3. A todos los santos en Cristo Jesús, que están en Filipos»4. —¿Verdad que es conmovedor ese apelativo —¡santos!— que empleaban los primeros fieles cristianos para denominarse entre sí?
—Aprende a tratar a tus hermanos.


El texto, escrito sobre una octavilla Jef después de agosto de 1938, es una acumulación de textos paulinos que conmovían especialmente al Autor, como él mismo dice. Del apelativo «santos», utilizado en aquellas primeras comunidades para designar a los fieles comunes y corrientes, el Autor concluía dos cosas: primera, que es la que aparece subrayada en el texto: la inmensa estima con que los cristianos hemos de tratarnos unos a otros; segunda, que aparece en los modelos redaccionales de este punto: que esos fieles corrientes están llamados por Dios a la santidad:
«Posibilidad de la perfección ‘en el siglo’: salutant vos omnes sancti (¡los fieles!)».
«Necesidad de la perfección; los primeros cristianos se llamaban ¡santos!».

Éste es el punto de cierre del cap «caridad». La raíz de la mutua caridad de los cristianos está en el amor de Dios que se ha derramado en nuestros corazones: en el mío y en el de los demás. Por eso, para el Autor, caridad y comunión de los santos son cara y cruz de una única realidad: la Iglesia, Cuerpo de Cristo.
El Autor entrecomilló –ya desde la octavilla– el conjunto de textos paulinos sobre los «santos» y formó con ellos como una sola cita bíblica. Vid apcrít.

 

Cap 19 19 [Msb: 13]. Caridad, p/440-469 [15 de Cec + 15 de Msb] C || 13. Caridad, cd/196-210 + cd/253 Cec
Como dije en la Introd al cap precedente, la serie de Cec tiene su matriz en la correspondiente del fascículo, que consta de seis textos (Cem32/96-101), a la que el Autor, al preparar el impreso de Cuenca, añadió otro número de Cem32, dos de Cem33 y seis más tomados directamente de los Cuadernos.
440 Apínt Cec/46.4-Ceb/196.197
Son: 441, 954b, 693, 287, 131, 288, 440, 715, 436.
441 Apínt Cec/47.1-Ceb/198 ||| Amor–] Amor–, Apínt
442 Apínt Cem32/96 Cec/47.2-Ceb/199
Es decir, el texto no pertenece al nivel d, sino b de los Apínt (vid IntrodGen § 3, 1, b).
La cursiva es mía. Alude el Autor a la enormidad que sale si se cortan así las palabras del Credo: «Poncio Pilato fue crucificado, muerto y sepultado». Yo, personalmente, le oí en Roma, en el año 1958, servirse de este ejemplo, con humor, para indicar lo que se puede hacer decir a una persona cuando se reproducen mal o no se entienden bien sus palabras.
Cuaderno IV, nº 389. Vid com/909 nt 16.
Futuros puntos de C transcritos ese día: 442, 83, 780, 961.
443 Apínt Cem32/97 Cec/47.3-Ceb/200
Puntos de C con la misma fecha: 187, 596, 443, 762.
Estos «propósitos prácticos» son los que sacó de la ocasión que dio lugar al p/596 (vid com).
444 Apínt Cem32/98 Cec/47.4-Ceb/201 ||| también tu pena con él] con él también tu pena Apínt
Pertenece al nivel d de los Apínt (vid IntrodGen § 3, 1, b).
Son: 445 y 707.
445 Apínt Cem32/99 Cec/47.5-Ceb/202
Sobre esta sigla vid com/11.
446 Apínt Cec/59.5-Ceb/253
Futuros puntos de C transcritos ese día: 498, 10a, 446, 637, 18, 180, 9.
447 Msb |||| 1 cfr Mt 12, 36s
Carta de Josemaría Escrivá a los fieles del Opus Dei, Madrid 21-IV-1937; EF 370421-1.
Dichos de Luz y Amor, nº 94; BAC 15, 13ª ed, 1991, pg 158.
448 Msb
449 Msb ||| chisme, cuento Msb add || insidia...] insidia Msb || de quien no tiene por qué ejercitarla Msb add || faena Msb add] labor Msb del
EjEsp, Plática «Espíritu de caridad», Vitoria 21-VIII-1938; guión nº 88.
Hay además un apunte en el 2º Cuadernillo-agenda de Burgos, que empezó a usar en torno a julio de 1938. En la hoja 11v (septiembre-octubre) se lee: «crítica / función de criterio / faena de comadres». En la misma hoja apuntó también una dirección: «D. Max. Yurramendi. Urbieta (Guipúzcoa)». La nota pudo ser tomada en Vitoria, septiembre.
Retiro espiritual, Meditación «Espíritu de sacrificio», Salamanca 25-I-1938; guión nº 93; la cursiva es mía.
17b Moliner, II, pg 684; voz «comadre», 4ª acepción.
AGP, sec A, leg 50-13, carp 4, exp 2.
450 Apínt Cem32/100 Cec/47.6-Ceb/203 ||| muchas] praec las Apínt del || otras] algunas Apínt Cem Cec
«muchas almas». En la primera redacción en el Cuaderno decía: «las almas».
Futuros puntos de C transcritos ese día: 452, 132, 225, 450, 943, 14, 960.
451 Apínt Cem32/101 Cec/47.7-Ceb/204 |||| 1 cfr Lc 6, 37
Es abundante en C. «No quieras»: 127, 590, 723, 870, 879. «No queramos»: 451, 756; «No queráis»: 67. Este último, citando previamente el texto latino («nolite tangere Christos meos»), indica una voluntad explícita de traducirlo así, puesto que así no traducía ninguna versión de las que usaba.
Vid Juan Antonio Gaya Nuño, «Modernismo. IV. Arte», en GER, XVI (1972) pgs 137-139.
452 Apínt Cem32/124 Cec/48.1-Ceb/205
Vid supra nt 20.
453 Apínt Cem33/248 Cec/48.2-Ceb/206 ||| el buen espíritu] el espíritu de la O. Cem | nuestro espíritu Cec Txm || de salida de esa empresa apostólica en la que trabajas] de salida Cec
Futuros puntos de C transcritos ese día: 453, 796, 913, 860, 410.
454 Apínt Cem33/273 Cec/48.3-Ceb/207
Ese mismo día escribió tres puntos de C: 339, 454, 839.
25b Carta 14-ix-1951, n 29; AGP, sec A, leg 53-3, carp 2, exp 2.
«Cuando tenemos que informar, lo hemos de hacer después de tomar las precauciones humanamente razonables, oyendo las dos campanas, siempre en la presencia de Dios y dispuestos a rectificar» (Instrucción, 31-V-1936, nº 39). «Aun cuando son humanos el error y la precipitación, se evitan muchas equivocaciones, siguiendo la norma que antes os acabo de decir; y, sobre todo, escuchando a los interesados, oyendo todas las campanas: si no, la conciencia exige reparación» (ibidem, nº 45).
455 Apínt Cec/48.4-Ceb/208 ||| ocasionar] ocasionar, Cec || piedra] piedra, Cec
Futuros puntos de C transcritos ese día: 471, 552, 553, 455, 23, 290, 942.
456 Apínt Cec/49.1-Ceb/209
A continuación ese mismo día transcribió el futuro p/247.
Forja, 146. Vid también 147, 566 y 641 y Amigos de Dios, 20, 69 y 175.
457 Apínt Cec/49.2-Ceb/210
Futuros puntos de C transcritos ese día: 614, 617, 457, 616, 618.
Lumen Gentium, 11/a.
458 Msb ||| choques] choques, Msb Txm || mundo] mundo, Msb Txm
459 Msb
Vid Forja, 1019, que es un extenso desarrollo –a partir del texto de los Apínt– de la idea de este punto de C.
EjEsp, «Plática preparatoria», Vergara 4-IX-1938; guión nº 97.
Notas de una tertulia, México 30-V-1970; AGP, sec A, leg 51; la cursiva es mía.
460 Msb ||| ayudado] praec que es Msb del |||| 1 Pr 18, 19
461 Msb ||| sino con] seq las Msb del |||| 1 1 Jn 3, 18
EjEsp, Plática «Perfección en las cosas pequeñas», Vitoria 22-VIII-1938; guión nº 107.
EjEsp, Plática «Espíritu de caridad», Vitoria 21-VIII-1938; guión nº 88.
462 Msb ||| flaqueza Msb add] debilidad Msb del || apoyo] apoyo, Msb Txm || deber] deber, Msb Txm
463 Msb ||| eso C] eso, Msb Txm || juzgar.] seq —No temas doblegar la Justicia: porque esta «comprensión» de la Caridad participa de la Prudencia y de la Templanza, virtudes hermanas de la Justicia y de la Fortaleza Msb del
464 Msb ||| peligro] peligro, Msb Txm
No sé en qué acciones concretas de Santa Teresa y Santa Teresita podía estar pensando el Autor. —«Mig...» es un universitario que escribía a San Josemaría: «Ayer, pensando mortificarme por su pronta evasión, me eché perdigones dentro de las botas, pero no sé si fue que se alojaron en los huecos o que eran muy chicos, el caso es que no me molestaron apenas por más que anduve. Así que si tardan unos días más, me lo tienen que agradecer a mí que no he sabido hacer las cosas» (Carta a Josemaría Escrivá, Córdoba 7-VIII-1938; AGP, sec N-2, leg 148, carp C, exp 2).
EjEsp, Plática «Espíritu de reparación», Vitoria 19-VIII-1938; guión nº 87.
465 Msb ||| desazones] desazones, Msb Txm || hermanos] hermanos, Msb Txm
PredicHond, «Virtud de la obediencia», 8-VI-1937, pgs 111-112; XVII.
466 Msb |||| 1 cfr Mt 6, 3
«Arrimar el hombro»: «cooperar en un trabajo sin escatimar esfuerzo» (Moliner, I, pg 498).
467 Msb
Ejemplares de la circular y correspondencia sobre el tema se conservan en AGP, sec A, leg 4, carp 2.
Sobre el tema vid com/40 y 820. Sobre la vocación universitaria del Autor de C y su amor a la Universidad, vid el volumen colectivo Josemaría Escrivá y la Universidad, 1993, que incluye los textos y discursos universitarios de Escrivá y un conjunto de estudios sobre su pensamiento acerca de la Universidad. Vid especialmente el «Prólogo» de Álvaro del Portillo; Carmen Castillo, «Un ejemplo de espíritu universitario» (pgs 155-170); Francisco Ponz, «La Universidad al servicio de la persona» (pgs 197-224) y Leonardo Polo, «Universidad y sociedad» (pgs 187-196). El Autor de C sería un promotor de grandes empresas universitarias.
Pedro Casciaro, Relación testimonial, 26-VI-1979, Parte II, cap 2, pg 143.
Francisco Botella, Relatos testimoniales, Madrid 1975-78, cap V, pg 50.
468 Msb
469 Msb ||| santos que] santos, que Msb del || Filipos.»] seq Y así mil textos. Msb || fieles Msb add |||| 1 Rm 16, 15 | 2 2 Co 13, 12; Flp 4, 22 | 3 Ef 1, 1 | 4 Flp 1, 1
EjEsp, Plática «Vida sobrenatural y espíritu sacerdotal», Vergara 6-IX-1938; guión nº 82.
EjEsp, Plática «Vida sobrenatural», Vitoria 21-VIII-1938; guión nº 121. —Sobre el tema «primeros cristianos» en C vid com/971 y lugares allí señalados.