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Capítulo
Punto 311
Más de vida interior · Punto 311

 ¡La guerra!

—La guerra tiene una finalidad sobrenatural —me dices— desconocida para el mundo: la guerra ha sido para nosotros...

—La guerra es el obstáculo máximo
del camino fácil.

—Pero tendremos, al final, que amarla, como el religioso debe amar sus disciplinas.
 

Comentario

Texto escrito por San Josemaría con fecha posterior al 6-XII-1938. Tiene una trastienda redaccional un tanto compleja. El documento más inmediato es una cuartilla autónoma, escrita por Pedro Casciaro, sin lugar ni fecha, pero anexa a las dos cartas que escribió a San Josemaría el 2-I-1939 [1]. El texto comienza así:

«Señor: ¡Con cuánta esperanza aguardamos el día de la paz!».

Pedro Casciaro


La cuartilla es, evidentemente, un trozo de su oración personal –hecha escribiéndola– y enviada a San Josemaría
[2]. El pasaje que nos interesa es el último, que dice así:

«La guerra; la guerra... Juan dijo en cierta ocasión, que la guerra tenía una finalidad sobrenatural, desconocida para el mundo: la guerra ha sido para nosotros. ¡Qué verdad es! La guerra ha sido el obstáculo máximo del camino fácil. Pero tendremos, a su final, que amarla, como el religioso debe amar sus disciplinas».

Todo el texto respira el aire de impaciencia de esos meses finales del conflicto en los que ya todo está tan decidido que incluso escribe en pasado.

El texto parece comentar una idea de Jiménez Vargas –«Juan»–, que Casciaro hace suya –«¡qué verdad es!»– y que luego continúa desarrollando por su cuenta.

Jiménez Vargas, en su escrito sobre Camino, alude también a este punto:

«Me parece que aquí se recoge algo que escribí en una carta de las que enviaba a Burgos durante la guerra. En el fondo está la visión del Padre –el omnia in bonum [3]– y luego, una especie de entusiasmo, tratando de buscar las ventajas prácticas de la situación en relación con las ac­tividades de apostolado» [4].

No he encontrado la carta citada.

Para dar forma a su mensaje, San Josemaría procede del siguiente modo: divide el punto en dos párrafos. El «me dices» queda vinculado al primero. En el segundo cambia el pasado (la guerra ha sido) por presente (es).

Y hace esto no ya por fidelidad histórica (de hecho, la guerra continuaba), sino para trascender el acontecimiento concreto y poder dar forma a su propio mensaje espiritual, que es el que capta el lector: la guerra de la que se habla en Camino no es ante todo el acontecimiento de la guerra civil española, sino todas las formas de contradicción, todo lo que nos flagela, lo que nos hace guerra, que hay que recibir con visión sobrenatural (leer en este sentifo el punto 279), porque siempre tienevalor de purificación y reparación, en última instancia, como un don de Dios.

Este punto, como hizo antes el punto 308 y otros sembrados acá y allá a lo largo de Camino, San Josemaría muestra con fuerza el sufrimiento de la guerra, la escondida fuerza purificadora que tanto él como los suyos descubrían en aquella hecatombe.

Y al mismo tiempo, manifiesta su deseo incontenible de la llegada de la paz para poder desarrollar el trabajo apostólico.

San Josemaría hacía elevar la mirada de los que le rodeaban hacia otra paz y... hacia otra guerra.

En abril de 1938, unos meses antes de lo que narramos, escribía al arquitecto Ricardo Fernández Vallespín, Director de la Residencia de Ferraz, que había quedado destrozada a causa de la guerra:

«¡Tengo unas ganas de que se acabe esta guerra! Entonces comenzaremos, recomenzaremos, otra quizá más dura, pero más nuestra. Y pienso que quizá haya que volver a vivir aquellos años terribles de penuria. No importa: el Señor, con nuestro esfuerzo al máximo también, nos sacará de todo antes, más y mejor de lo que podemos soñar» [5].

Fotografía de Ricardo Fernández Vallespin, que después de ejercer la Arquitectura
se ordenó sacerdote

 

«La guerra ha sido para nosotros». Esta expresión ha hecho dudar a los traductores. A mi entender no es dudoso su sentido, aunque gramaticalmente pueda considerarse ambiguo: el «para nosotros» explicita la «finalidad», a la que se acaba de aludir.

Sin embargo, el traductor francés no lo ha entendido así y ha visto en los puntos suspensivos más bien una perplejidad o una duda en el interlocutor de San Josemaría: «pour nous, la guerre a été...» En cambio el traductor portugués explicita al máximo la frase: «a guerra foi feita para nos…».

Sobre las «disciplinas», leer el comentario al punto 200.



[1] Cartas de Pedro Casciaro a San Josemaría Escrivá, Calatayud 2-I-1939; AGP, sec N-2, leg 149, carp D, exp 4.

[2] Durante aquellos años San Josemaría, para orientar a los fieles del Opus Dei en su vida de oración, les sugería que hicieran de vez en cuando la oración escribiendo. Algunos le enviaban esas notas para que él pudiera seguir el estado de su alma y aconsejarles. Parece que esta cuartilla de Pedro Casciaro responde a esto.

Se puedo observar también algo parecido en otro texto del propio Casciaro recogido en el comentario al punto 111.

En una carta fechada el 8 de enero de 1938, Pedro Casciaro le comentaba a San Josemaría:

«Bueno, supongo que las tonterías que le mando de cuando en cuando, las romperá Vd. Nunca ha estado en mis cálculos escribir serafinillos ni cosa que se le parezca» (ibidem).

La hoja está metida dentro de un sobre en el que San Josemaría había escrito «No leer» y debajo «Pedro». Al dorso se lee, también de mano de San Josemaría en lápiz rojo: «Otra cosa para romper», y después, con el mismo lápiz, tachado.

[3] «Omnia in bonum» (todo es para bien): esta era una exclamación frecuentísima en boca de San Josemaría.

Esta exclamación es una síntesis del texto de San Pablo «diligentibus Deum omnia cooperantur in bonum» (Por lo demas, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman, Rm 8, 28); exclamación que caló hondo en sus seguidores.

El «omnia in bonum» (todo es para bien) está en el fondo del punto 268 y es el tema del punto 378.

[4] Relato del 77, pg 10.

[5] Carta de San Josemaría Escrivá a Ricardo Fernández Vallespín, Burgos 6-IV-1938; EF 380406-1.