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Capítulo
Punto 335
Estudio · Punto 335

Una hora de estudio, para un apóstol moderno,
es una hora de oración.

Comentario

Este texto está muy en relación con el anterior. Su historia redaccional tiene significado espiritual y teológico.

En los ejemplares que se tiraron a velógrafo y en el impreso de Consideraciones Espirituales que se editó en Cuenca, San Josemaría había escrito «una hora de apostolado», que es lo que se lee en el texto del Cuaderno V de Apuntes íntimos, 10-VIII-1932, nº 801, que le sirve de base [1]:

«Una hora de estudio es ahora –y para los nuestros siempre– una hora de apostolado» [2].

Dos meses después, a comienzos de octubre, se encontraba San Josemaría en Segovia, haciendo aquel Retiro espiritual que tanto impacto tuvo en su vida. El día 4 de octubre anotó [3]:

«El tiempo que emplee en el estudio no es estéril. Nada perderá, con ello, la formación de nuestros laicos. Cada hora de estudio –por la Obra, por Amor– será delante de Dios una hora de oración. Y la oración es siempre fecunda» [4].

La «hora de apostolado» se ha hecho una «hora de oración». En realidad, en la espiritualidad de San Josemaría, ambas expresiones se reclaman y se complementan –incluso se identifican– desde el concepto de «unidad de vida».

Ahora se contempla el trabajo desde lo profundo, desde la doctrina de los puntos 81 y 82, o -si se prefiere- desde «la superabundancia de tu vida 'para adentro'» (nº 961) [5].

Cuando San Josemaría revisó en Burgos el impreso de Consideraciones Espirituales de Cuenca, una de las pocas correcciones de contenido que hizo fue precisamente ésta, y ya en el último momento: no sobre el ejemplar de «Consideraciones Espirituales» sino al mecanografiar el texto.


[1] Futuros puntos de Camino transcritos ese día por San Josemaría: 335, 815, 351, 813, 418.

[2] Nótese en el texto de los Apuntes íntimos el «ahora», que indica urgencia y alude indudablemente a la coyuntura histórica española –el laicismo creciente en el terreno académico y científico, agudizado por la situación política provocada por la segunda República–; y junto a ese «ahora», el «siempre» de la doctrina que propone San Josemaría.

[3] Es ésta la primera de las 15 notas de ese Retiro espiritual que pasarían, de un modo u otro a ser puntos de Camino. Son las notas: 335, 730, 533, 432, 765, 183, 184, 118, 213, 734, 186, 182, 904, 214.

[4] Apuntes íntimos, nº 1677.

[5] El fondo de la doctrina, a pesar de su «novedad», es tradicional. Santa Catalina de Siena escribe (el que habla es el Señor):

«Fuera de esta oración para sí mismo a la que está obligado [se refiere a los tiempos de oración incluidos en el plan de vida personal], todo lo que hiciere para el bien del prójimo o cualquier otro ejercicio de caridad que practicare con buena voluntad puede llamarse oración»

(El Diálogo, cap 66; BAC 143, 1955, pg 310). Los subrayados de San Josemaría, en consonancia con su comprensión de la santificación del cristiano a través de las ocupaciones ordinarias, resaltan el valor de oración que tiene el trabajo mismo, en este caso, el estudio.