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Punto 346
Estudio · Punto 346

Estudiante: fórmate en una piedad sólida y activa, destaca en el estudio, siente anhelos firmes de apostolado profesional. —Y yo te prometo, con ese vigor de tu formación religiosa y científica, prontas y dilatadas expansiones.

Comentario

Otra de las obras más conocidas de San Josemaría

San Josemaría continúa insistiendo en este punto sobre el estudio en la presencia operativa del «fin». Tal vez le sugirió la redacción de este punto 346 la relectura de un guión que había escrito para dar una meditación titulada "Juventud", no fechada, en el año 1938:

«El apóstol de profesión. Su diferencia del apostolado de carácter profesional. Táctica de Pedro, de Pablo, de Juan» [1].

Se encuentran aquí varios conceptos de San Josemaría que son centrales para comprender su manera de entender la «estrategia» divina de la Redención [2].

El concepto clave es el «apostolado profesional», siguiendo la expresión que emplea en este punto, o el «apostolado de carácter profesional», que es la expresión que usa en el punto siguiente.

¿Qué entiende San Josemaría por "apostolado profesional"? Se trata de la acción apostólica que se realiza través del ejercicio de la propia profesión y con ocasión de ella.

En el guión que había preparado para dar una meditación titulada "Juventud", San Josemaríacontraponía ese "apostolado profesional" al apostolado que realiza el «apóstol de profesión».

El primero –el «apostolado profesional»– es el que él fomentaba y difundía por todas partes, porque es el que el Señor le había entender con claridad desde el 2 de octubre de 1928, fecha de la fundación del Opus Dei. Esta era su manera de concebir el apostolado de los cristianos laicos, de los hombres y las mujeres corrientes que viven en medio del mundo, insertos en las actividades profesionales (en su más amplio sentido: culturales, artísticas, políticas, cívicas, asistenciales, etc.) y en las realidades familiares.

San Josemaría enseñaba que ese es el apostolado «propio», secular, de las personas que viven en medio del mundo: un apostolado que debe fluir de la santificación de esas tareas, realizadas de manera ejemplar y con verdadero espíritu de servicio, y de las interrelaciones humanas que comportan.

San Josemaría concebía al «apóstol de profesión» como aquel que tiene su acción apostólica yuxtapuesta o al margen de su «actividad profesional», que corre en otra dirección diversa.

El «apostolado profesional» presupone para San Josemaría una dedicación seria y prestigiosa al trabajo humano. Ya lo había escrito en una Instrucción de 1935:

«Da pena ver cómo algunos, al querer ejercitarse en un apostolado profesional, siempre más práctico que un apostolado sin tono determinado, se encuentran con que los hombres de prestigio de su clase social pertenecen al campo de enfrente» [3].

Del «apostolado de carácter profesional» dijo años después que es una verdadera tarea «eclesial» –ya que en el cristiano está siempre presente la Iglesia–, pero no una tarea «eclesiástica». Subrayaba de ese modo que ese apostolado profesional no es una actividad oficial, institucional, de la Iglesia [4].

Pienso que el clima de este punto está ya reflejado in scriptis en la carta que dirigió San Josemaría, pocos meses antes de estallar la guerra civil, a Mons. Javier Lauzurica, Obispo Auxiliar de Valencia, con ocasión del proyecto de montar otra Residencia de Estudiantes en la ciudad del Turia:

«Quiero agradecer, con estas líneas, la acogida que hizo a uno de mis Benjamines, al visitar a V. E. hace unos días. Y también hablarle de esta Obra de Dios, que El ha puesto en mis manos pecadoras […] El apostolado, de tono profesional, que desarrollan [5] es verdaderamente eficaz. Más eficaz, si tenemos en cuenta que trabajan con los mejores alumnos de todas las Facultades y Escuelas Especiales, y de todos los Colegios universitarios y Residencias. Y esto, sin sacarlos de su sitio, sin ninguna asociación estudiantil, sin capillitas: influyendo, como sal y luz de Cristo, en la conducta y en la inteligencia de los mejores y, por tanto, en la vida de todos» [6].



[1] Meditación titulada «Juventud», sin fecha; guión nº 133.

[2] En sus escritos posteriores San Josemaría expresa con términos diversos y variados, estos mismos contenidos, idénticos, que fueron constantes en su predicación.

[3] Instrucción, 9-I-1935, nº 105. «Nadie en España habló de modo tan tajante y tan claro sobre este tema» (Álvaro del Portillo, nt 76 a la citada Instrucción).

[4] Se trata –me lo explicaba precisamente a mí, como Director entonces (1967) de la revista Palabra–, de «la comprensión de la peculiar tarea eclesial –no eclesiástica u oficial– propia del laico» (Conversaciones, 21; cursiva del original).

[5] Se refiere a los fieles del Opus Dei.

[6] Carta de San Josemaría Escrivá a Javier Lauzurica, Obispo Auxiliar de Valencia, Madrid 3-III-1936; EF 360303-2.