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Capítulo
Punto 357
Estudio · Punto 357

Todos los pecados —me has dicho— parece que están esperando el primer rato de ocio. ¡El ocio mismo ya debe ser un pecado!El que se entrega a trabajar por Cristo no ha de tener un momento libre, porque el descanso no es no hacer nada: es distraernos en actividades que exigen menos esfuerzo.

Comentario

El «interlocutor» de este punto, según Juan Jiménez Vargas, sería él mismo:

«Me parece que esto es de una carta que escribí al Padre durante la guerra. Recuerdo las circunstancias en que escribí esto, o una cosa muy parecida»,

A continuación Jiménez Vargas describe detenidamente esascircunstancias [1].

Cuando Jiménez Vargas escribió esa carta -que no he encontrado-, en plena guerra civil española, se encontraba en Cella, en la provincia de Teruel, donde acababa de llegar, con motivo las operaciones militares que tuvieron lugar en aquella ciudad.

Cella, Teruel

En el trozo de la carta que cita, San Josemaria usa la acepción negativa de «ocio», que era sin duda la más popular y extendida entonces («inacción o total omisión de la actividad» [2], «estado de la persona que no trabaja» [3]); es decir, ocio en el sentido de «ociosidad», que el «Diccionario de la Real Academia Española» define como «vicio de no trabajar; perder el tiempo o gastarlo inútilmente» [4].

La tradición espiritual lo ha expresado con claridad: «la ociosidad es la madre de todos los vicios» [5].

La «respuesta» o comentario de San Josemaría a la carta de Jiménez Vargas –que está en el segundo párrafo– es muy puntualizadora. San Josemaría no habla negativamente del ocio, sino positivamente.

Habla de ocio como tiempo de descanso, un descanso que no debe llevar a una arbitrariedad perezosa (ociosidad), sino a una forma, relajada y amigable, de recuperar fuerzas físicas y mentales y, a la vez, de «descansar en el Señor» [6].

Este sentido noble, clásico, del ocio es el que se refleja en una inscripción que San Josemaría hizo poner en Molinoviejo (Segovia): «Deus nobis haec otia fecit. Erit ille nobis semper Deus» [7].

La doctrina de la «santificación del trabajo» incluye una antropología del descanso, considerado como «santificación del ocio y de la fiesta» de profundas raíces bíblicas [8].«Urge recristianizar las fiestas» escribe en el punto 975.



[1] Relato del 77, pg 11.

[2]Diccionario de la Real Academia Española, 15ª ed (1925) y 19ª ed (1970), 1ª acepción.

[3] Moliner, II, pg 483; voz «ocio».

[4] DRAE, 15ª ed (1925) y 19ª ed (1970), 1ª acepción.

[5] Moliner, II, pg 484; voz «ociosidad». «Yo quiero muy de veras que todo el mundo trabaje, pues la ociosidad es maestra de todos los vicios», decía ya San Juan Crisostomo, Homilías sobre el Evangelio de San Mateo, 35, 4; BAC 141, 1955, pg 708.

[6] Cfr Mt 11, 28.

[7] «El episodio es sencillo y familiar y en él nada hay particularmente notable, salvo la rapidez de reflejos del Padre, llevando una cita literaria a una interpretación cuajada de más alto sentido» (Carta de Antonio Fontán a Pedro Rodríguez, Madrid 15-II-2001).

San Josemaría había pedido al Prof. Fontán un texto clásico para una viga de madera oscura que quedaba al descubierto en el acceso a la sala de estar. Fontán tenía entre manos las Églogas de Virgilio y encontró en la primera de ellas un texto que le parecía que podía servir. Es el verso 6: «O Melibœe, deus nobis haec otia fecit: namque erit ille mihi semper deus».

Fontán le propuso a San Josemaría suprimir el Melibeo y el namque y, en vez de mihi, poner nobis. El Padre –continúa el ilustre latinista– aceptó y «lo traducía con estas palabras: 'Dios nos ha dado este lugar de descanso', añadiendo, más o menos, que habíamos hecho hablar a Virgilio como a un Padre de la Iglesia» (ibidem).

[8] Vid los libros de Josef Pieper, Musse und Kult, Kössel, München 1961 (traducido al castellano como cap I de El ocio y la vida intelectual, Rialp, 3ª ed, Madrid 1974) y Una teoría de la fiesta, Rialp, Madrid 1974. El tema aquí apuntado ha sido tratado con profundidad por Juan Pablo II en la Carta Apost Dies Domini, 31-V-1998, sobre la santificación del domingo.