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Capítulo
Punto 438
Amor de Dios · Punto 438

¡Loco!

—Ya te vi
—te creías solo en
la capilla episcopal— poner en cada cáliz
y en cada patena, recién consagrados,
un beso:
para que
se lo encuentre Él,
cuando por primera vez «baje» a esos vasos eucarísticos.

Comentario

Un texto que tiene un origen histórico muy determinado. La capilla episcopal de la que se habla es la del palacio arzobispal –entonces episcopal– de Pamplona, donde San Josemaría , que acababa de pasar por los Pirineos desde la zona republicana, hacía sus Ejercicios Espirituales.

Eran los días precedentes a la Navidad. En su Cuaderno (nº 1441, 22-XII-1937 [1]) está escrito así:

«El Vicario General ha consagrado cálices y patenas. Me quedé un momento solo en la capilla, y puse, para que mi Señor se lo encuentre la primera vez que baje a esos vasos sagrados, un beso en cada cáliz y en cada patena: Eran veinticinco, que regala la Diócesis de Pamplona para el frente» [2].

Como se ve, es el propio San Josemaría el protagonista del lance. Al relatarlo en Camino lo desdobla, situándose ahora como secreto espectador de la escena.

Algo parecido ya hizo en otro punto, el 242, procedente también de las notas de aquellos Ejercicios Espirituales que hizo en Pamplona.

En la actualidad, una placa sobre la ventana de la capilla del Palacio Arzobispal de Pamplona recuerda estos hechos. En esa placa se lee:

"En el mes de diciembre de 1937, después de superar muchos sufrimientos y peligros durante la persecución religiosa promovida en algunas zonas del país, por la evidente protección del Señor y de su Santísima Madre, San Josemaría Escrivá de Balaguer realizó unos días de retiro espiritual en esta Capilla, acogido por el cariño paternal de Monseñor Marcelino Olaechea, Obispo de Pamplona. En aquellas jornadas el Fundador del Opus Dei recibió abundantes dones divinos que le llevaron a un desbordamiento de afectos hacia la Sagrada Eucaristía, como el mencionado en el punto 438 de su libro Camino".

En el citado punto escribe: "¡Loco! —Ya te vi —te creías solo en la capilla episcopal— poner en cada cáliz y en cada patena, recién consagrados, un beso: para que se lo encuentre El, cuando por primera vez "baje" a esos vasos eucarísticos".



[1] De las notas de ese día procede también el punto 932.

[2] Esos vasos sagrados se enviaron a los capellanes castrenses que atendían a los soldados. El Obispo de Pamplona era don Marcelino Olaechea. Vid comentario a los puntos 401 y 242. El Vicario General de que habla era don Juan José Santander Piernavieja (1874-1942), originario de Valladolid, que llegó a Pamplona en 1935 con don Marcelino, el nuevo Obispo.