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Capítulo
Punto 442
Caridad · Punto 442

No admitas un mal pensamiento de nadie, aunque las palabras
u obras del interesado den pie para juzgar así razonablemente.
 

Comentario

Desde el punto de vista del contenido, hay que hacer notar que con este punto comienza una extensa sección (puntos 442-457) dedicada a dos temas muy próximos, que se entrelazan: el «juicio» acerca de los demás («pensar mal») y las distintas formas de «crítica» e incluso de «murmuración».

Desde el punto de vista de la redacción, estamos ante un texto que San Josemaría transcribió en el Cuaderno IV, nº 389. No es originariamente una «consideración», sino una reflexión personal acerca de su propia vida [1], que escribe al filo de otros eventos:

«14 de noviembre de 1931: Después de algo que ha sucedido estos días, al fracasado sempiterno que escribe estas catalinas, tendré muchísimo cuidado en todo lo que suponga formar juicio de las personas, no admitiendo un mal pensamiento de nadie, aunque las palabras u obras del interesado den pie para juzgar así razonablemente: Somos demasiado inclinados a comenzar el credo por Poncio Pilato [2].

Con motivo de esos sucesos, a que me refiero antes, recuerdo que Jesús me ha querido siempre para Él –ya lo explicaré despacio, otro día–, por eso me aguó todas las fiestas, puso acíbar en todas mis alegrías, me hizo sentir las espinas de todas las rosas del camino... Y yo, ciego: sin ver, hasta ahora, la predilección del Rey, que, en mi vida entera, reselló mi carne y mi espíritu con el sello real de la Santa Cruz» [3].

El final de la anotación transcrita arroja luz sobre la vida cotidiana de San Josemaría y sobre los puntos del capítulo anterior que se refieren al dolor como piedra de toque del Amor [4].



[1] Es decir, el texto no pertenece al nivel d, sino b de los Apuntes íntimos.

[2] La cursiva es mía. Alude San Josemaría a la barbaridad que se pronuncian si se cortan las palabras anteriores y se empieza a recitar el Credo por la palabra Poncio Pilato: «Poncio Pilato fue crucificado, muerto y sepultado».

Yo, personalmente, le oí en Roma, en el año 1958, servirse de este ejemplo, con humor, para indicar lo que se puede hacer decir a una persona cuando se reproducen mal o no se entienden bien sus palabras.

[3] Apuntes íntimos, nº 389.

[4] Futuros puntos de Camino transcritos ese día: 442, 83, 780, 961.