Menú
Capítulo
Punto 493
La Virgen · Punto 493

Ama a la Señora.
Y Ella te obtendrá gracia abundante
para vencer
en esta lucha cotidiana. —Y no servirán
de nada al maldito
esas cosas perversas, que suben y suben, hirviendo dentro de ti, hasta querer anegar con su podredumbre bienoliente los grandes ideales, los mandatos sublimes que Cristo mismo ha puesto en tu corazón. —«Serviam!»

Comentario

Texto del Cuaderno IV, nº 226, fechado por San Josemaría 13-VIII-1931.

«Mi Virgen de los Besos [1]: terminaré comiéndomela. Lo he dicho otras veces: estoy segurísimo de que amo a la Señora. Y Ella lo sabe. Y no consentirá que su borrico –yo– sarnoso y todo, ofenda a Jesús [2].

Y me obtendrá gracia abundante para vencer, en esta lucha cotidiana. Y no servirán de nada al Maldito esas cosas perversas, que suben y suben, hirviendo dentro de mí, hasta querer anegar con su podredumbre bienoliente los grandes ideales, los mandatos sublimes que Cristo mismo ha puesto en mi Corazón. Serviam!».

Un punto que testifica la lucha personal de San Josemaría y su amor grande a la vocación recibida: los «mandatos sublimes» de Cristo.

«Ama a la Señora». Es una apelación generalizada en lengua castellana –y en casi todas las lenguas– llamar a la Virgen «Nuestra Señora» (denominación que usa también San Josemaría:: vid el punto 272). También lo es utilizar la expresión «Señora» como invocación: «Ea, pues, Señora, Abogada nuestra» dice, por ej, la versión clásica española del Salve Regina.

Lo que se da en San Josemaría, además, es el uso frecuente de la expresión «la Señora» como denominación de la Santísima Virgen: vid –en este capítulo mariano–, los puntos 493, 501, 503, 505, 511, 513 y 514 [3].

«Serviam!». La mariología de todo el capítulo contempla a la Madre de Dios como ancilla Dei, que sirve al Señor y señala el servicio –Serviam!– de los cristianos, contrapuesto al Non serviam! de Satanás (vid el punto 413) y que tiene un lugar privilegiado en el servicio a la Iglesia de Dios (vid el punto 519).



[1] Vid sobre esta talla de la Virgen la nota al punto 22.

[2] Para el tema del «borrico» vid los puntos 420, 606 y 998 con sus com.

[3] La expresión es tan característica y, por otra parte, tan vinculada a la expresión en lengua castellana, que los traductores han seguido distintos caminos. Las ediciones inglesas dicen «Our Lady», y las francesas «Notre Dame». Los traductores alemán y portugués (Brasil) varían según los contextos, pero retienen en algunos puntos «la Señora» («die Herrin»: 493, 511, 513 y 514; «a Senhora»: 493, 505, 511 y 513). Y por supuesto, el que no tiene dificultad es el italiano: «la Madonna».

Pero hay que tener presente que «la Madonna» es en italiano nombre casi exclusivo para la Virgen, lo que no es «la Señora» en castellano. Sobre el tema en la lengua castellana vid Laurentino Mª Herrán, Mariología poética española, BAC Maior 34, Madrid 1988.