Menú
Capítulo
Punto 540
Santa Misa · Punto 540

¡Qué fuente de gracias es la Comunión espiritual! —Practícala frecuentemente y tendrás más presencia de Dios y más unión con Él en las obras.

Comentario

 

De la comunión sacramental a la comunión espiritual. En la manera cristiana de vivir que proponía San Josemaría, ocupaba un lugar muy importante la relación con Jesús a través de «comuniones espirituales» esparcidas durante la jornada, es decir, impulsos del alma hacia la comunión eucarística, deseos de comulgar el Cuerpo y la Sangre del Señor, que actualizan y potencian lo que los teólogos llaman la «res» de la Eucaristía, su efecto último, que es la comunión vital con Cristo y con su Cuerpo Místico, la Iglesia [1].

San Josemaría, cuando se preparaba para la Primera Comunión, aprendió de un Padre Escolapio [2] una fórmula para hacer la comunión espiritual, que incorporó inmediatamente a su vida diaria, introduciendo después algunas modificaciones y extendiéndola por todas partes: la recitan habitualmente los fieles del Opus Dei y muchas otras personas en el mundo entero. Dice así:

«Yo quisiera, Señor, recibiros
con aquella pureza, humildad y devoción
con que os recibió
vuestra Santísima Madre,
con el espíritu y fervor de los Santos».



[1] El Catecismo del Concilio de Trento (II, 4, 55) había dicho quiénes son los que comulgan espiritualmente: «ii sunt, qui desiderio propositum coelestem illum panem comedunt, fide viva incensi (1 Co 11, 29), quae per dilectionem operatur (Ga 5, 6); ex quo, si non omnes, maximos certe utilitatis fructus consequuntur».

[2] El P. Manuel Laborda de la Virgen del Carmen, llamado cariñosamente por los alumnos «Padre Manolé».