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Capítulo
Punto 701
Tribulaciones · Punto 701

 ¿No has oído de labios del Maestro
la parábola de la vid
y los sarmientos?

—Consuélate:
te exige,
porque eres sarmiento que da fruto...

Y te poda, «ut fructum plus afferas»
—para que des
más fruto.

¡Claro!: duele ese cortar, ese arrancar. Pero, luego, ¡qué lozanía en los frutos, qué madurez
en las obras!


Comentario

 

San Josemaría redactó este texto durante su estancia como refugiado en la Legación de Honduras, en Madrid, durante la guerra civil. En dos meditación que dio en los días 28 y 29-VI-1937, fue desgranando el sentido del pasaje de Juan 15, 1-8:

«Habla Jesús, y de sus labios sale la parábola de la vid y los sarmientos: el sarmiento separado de la vid se seca, y será echado al fuego; y el que está unido a la vid sufrirá la poda, ut fructum plus afferat [1], para que dé más fruto» [2].

«¿Por qué me lamento también de todo lo que me rodea y me sucede, de las personas que están conmigo, de su trato, de sus flaquezas, de las mías...? ¿No ocurre todo así para bien mío? Vamos a preguntarnos: ¿qué hace el buen labrador con su viña? ¿No la vigila cuidadosamente para podarla en el tiempo oportuno?

Pues si yo estoy unido a la Vid, he de alegrarme de estas humillaciones, de estas contradicciones, de esta poda –porque ésta es la poda que el Maestro realiza en mi alma, donde hay tanto, tanto, que cortar–, que es el medio para que yo dé frutos más seguros y jugosos. ¿Desde cuándo se queja la cepa –como dicen los labradores– al ser podada por su dueño?» [3].

«Pues si soy sarmiento pegado a la Vid, que participa de su Sangre y de su savia, ¿a qué vienen estas intranquilidades, estas impaciencias, estos escozores que la conducta mía y la de los demás me producen? ¿Por qué me quejo de este aplanamiento que me impulsa a pasar el día como en el limbo? ¿No soporta el sarmiento su invierno, en el que toda vida se amortigua y parece cesar?

Muchos meses pasa convertido en palo desnudo; mas apenas comience el verano, surgirán la yemas que se cuajarán, cuando octubre venga, en el oro negro y rojo de los racimos. Que ahora parezco dormir... ¿y qué? [4]. Hasta de estar en Babia [5] sacaré provecho, si continúo unido a mi Vid. Ya llegará el verano y la savia henchirá mis venas y bullirá impetuosa, para brotar por los poros en frutos recios y sabrosos» [6].

Nótese cómo San Josemaría, también en la lengua latina, modifica el texto de la Vulgata para adaptarlo al estilo coloquial de su texto: escribe «afferas» en vez de «afferat». Este «tú» es proyección, sin duda, del «vosotros» del versículo 16.

Véase el punto 998 en el que habla de madurez en los frutos y lozanía en el huerto.



[1] Jn 15, 2.

[2] Predicación de San Josemaría en la Legación de Honduras, «Congregavit nos in unum Christi amor», 28-VI-1937, pg 155; XXV.

[3] Predicación de San Josemaría en la Legación de Honduras, «Unión y obediencia», 29-VI-1937, pg 164; XXVI.

[4] En las palabras de esta meditación parece traslucirse el sufrimiento interior de San Josemaría en aquellos días en la Legación de Honduras en Madrid, durante la guerra civil: padeció una verdadera noche del espíritu, una prueba espiritual muy dolorosa para el alma, que Dios en ocasiones hace pasar a los santos para purificarlos y asociarlos más íntimamente a la obra de la Redención. Sobre este tema, leer el comentario al punto 151.

[5] Babia: territorio de las montañas de León, España. Estar, o vivir, en Babia: «hallarse muy distraído y embobado y con el pensamiento muy distante de lo que se está tratando o importa» (J. M. Iribarren, El porqué de los dichos, 10ª ed, 1997, pg 39-40).

[6] Predicación de San Josemaría en la Legación de Honduras, «Unión y obediencia», 29-VI-1937, pg 163; XXVI.