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Capítulo
Punto 110
Oración · Punto 110

 Me has dicho
alguna vez que pareces un reloj descompuesto, que suena a destiempo: estás frío, seco y árido
a la hora de tu oración; y, en cambio, cuando menos era de esperar, en la calle, entre los afanes de cada día,
en medio del barullo
y alboroto de la ciudad, o en la quietud laboriosa de tu trabajo profesional,
te sorprendes orando... ¿A destiempo? Bueno; pero no desaproveches esas campanadas
de tu reloj.
—El Espíritu sopla donde quiere.

Comentario

Este punto procede del conjunto de notas —futuros puntos de Camino — incorporadas por San Josemaría al Cuaderno VII en 5-I-1934 [1]. El punto 110, basta ver las fechas, no circuló en multicopia, sino que fue incluido directamente en el impreso de Cuenca. El nº 1098 del Cuaderno VII dice así:

«Me has dicho alguna vez que pareces un reloj que suena a destiempo: estás frío, seco y árido a la hora de tu oración, y, en cambio, cuando menos era de esperar, en la calle, entre el barullo y alboroto de la ciudad, o en la quietud laboriosa de tu trabajo profesional, te sorprendes orando [2]... ¿A destiempo? Bueno; pero no desaproveches esas campanadas de tu reloj. El Espíritu sopla donde quiere».

El punto, que refleja también experiencias de la numerosa dirección espiritual que llevaba –sobre todo de estudiantes y profesores universitarios–, tiene primariamente un carácter autobiográfico. Esa experiencia, incluso con una oración de alto contenido místico, es de San Josemaría, que él mismo, en diversas ocasiones, relata en sus Cuadernos [3]. De 1932 son estas anotaciones:

«Es incomprensible: sé de quien está frío (a pesar de su fe, que no admite límites) junto al fuego divinísimo del Sagrario, y luego, en plena calle, entre el ruido de automóviles y tranvías y gentes, ¡leyendo un periódico! vibra con arrebatos de locura de Amor de Dios» [4].

Lo del periódico debió comenzar en esa época, pues del mes anterior es este texto:

«Quiero anotar, porque es algo raro, que Jesús suele darme oración cuando leo la prensa» [5].

Unos días después escribe:

«El sábado último me fui al Retiro, de doce y media a una y media (es la primera vez, desde que estoy en Madrid, que me permito ese lujo) y traté de leer un periódico. La oración venía con tal ímpetu que, contra mi voluntad, tenía que dejar la lectura: y entonces ¡cuántos actos de Amor y abandono puso Jesús en mi corazón y en mis labios!» [6].

 

Parque del Retiro, años 30. Paseo de coches.

«Darme oración». Esta es una expresión frecuente en los Apuntes íntimos de San Josemaría [7] para designar la «visita» inesperada del Señor en el alma, que irrumpe y «pone» en el corazón «actos de amor y de abandono».



[1] Son: 110, 718, 435, 983a, 386, 325, 65, 178, 174, 802, 173.

[2] «orando»: en el Cuaderno precede «en oración», tachado.

[3] Sobre el tema vid VA zquez de Prada, I, pgs 379-422.

[4] Cuaderno V, nº 673; 26‑III‑1932.

[5] Cuaderno V, nº 618; 26‑II‑1932.

[6] Cuaderno V, nº 619; 29‑II‑1932.


«Esto le sucedió a nuestro Padre durante toda su vida. Yo he visto muchas veces, desayunando con el Padre, mientras leíamos los dos la prensa, que apenas ponía sus ojos en el periódico del día, en muy pocos segundos, se quedaba totalmente abstraído, metido en Dios. Apoyaba enseguida la frente sobre la palma de una mano, y dejaba de leer el periódico, para hacer su oración»

(Álvaro del Portillo, nt 506 a Apínt).

[7] Por ejemplo, Cuaderno V, nº 691:

«Día 10 de abril, dominica II post Pascha, 1932: Ayer, en lugar donde se hablaba y se hacía música, me dio oración con un consuelo inexplicable. Terminé diciendo: Jesús, no quiero el consuelo, te quiero a Ti».