Menú
Capítulo
Punto 899
Vida de infancia · Punto 899

 ¡Cuánto te cuesta esa pequeña mortificación! —Luchas. —Parece como si te dijeran: ¿por qué has de ser tan fiel al plan de vida, al reloj? —Mira: ¿has visto con qué facilidad se engaña a los chiquitines?
—No quieren tomar la medicina amarga, pero... ¡anda!
—les dicen—, esta cucharadita, por papá; esta otra
por tu abuelita...
Y así, hasta que han ingerido toda la dosis.
Lo mismo tú: un cuarto de hora más de cilicio por las ánimas
del purgatorio;
cinco minutos más
por tus padres; otros cinco por tus hermanos de apostolado...
Hasta que cumplas
el tiempo que te señala tu horario.
Hecha de este modo
tu mortificación, ¡cuánto vale!
 

Comentario

Punto procedente del Cuaderno VII, nº 1087, fechado en 14-XII-1933 [1].

«Cilicio» [2]. Origen bíblico: «cubrirse de cilicio y de ceniza». El cilicio era originariamente un vestido rudo de piel de cabra o de camello que, adherido al cuerpo, era un verdadero instrumento de penitencia.

Era llamado así porque la materia provenía especialmente de Cilicia. El cilicio en uso como mortificación en tiempos posteriores –una cadena o collar metálico con puntas– parece que proviene de Santa Catalina de Siena [3].

En este punto de Camino San Josemaría presupone –como en el punto 200 a propósito de las «disciplinas»– que el lector conoce –¡y tal vez usa!– un cilicio. Se trata, en efecto, de una mortificación no infrecuente entre personas piadosas, y no sólo entre monjes. «Una mirada a las vidas de los santos modernos lleva a afirmar –concluye L. Gougaud– que no estamos en manera alguna ante una mortificación perimée (pasada de moda, caducada)» [4].

Vid el comentario al punto 200.



[1] Futuros puntos de Camino transcritos ese día: 496, 492, 640, 643, 819, 404, 405, 899.

[2] Sobre el tema, vid Louis Gougaud, «Cilice», en DSp, II, col. 899-902.

[3] Cfr Raimondo da Capua, S. Caterina da Siena Legenda maior, cap 6, n 61; Cantagalli, Giuseppe Tinagli (ed.), 5ª ed, Siena 1994, pg 73.

[4] Louis Gougaud, «Cilice», en DSp, II, col. 900.