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Capítulo
Punto 933
El apóstol · Punto 933

 Cuentan de un alma que, al decir al Señor
en la oración
«Jesús, te amo», oyó esta respuesta del cielo: «Obras son amores
y no buenas razones».
Piensa si acaso tú
no mereces también
ese cariñoso reproche.
 

Comentario

 

Este texto fue redactado por San Josemaría después de 20-XII-1938. La redacción de la «gaitica» pudo venir sugerida por el reencuentro con este apunte:

«Manifestaciones del Amor de Dios: –Obras son amores (referir el hecho) […] Afectos ¡Amor con amor se paga! Reparación, celo, perfección en las cosas pequeñas. –Teresa (las dos) y las misiones. –Pensar que conmigo se repite aquella escena (obras son amores...) y que oigo el cariñoso reproche...» [1].

«Referir el hecho», anotó en el guión. San Josemaría contó el hecho, pero sin aludir a su persona [2]. Aconteció el 16 de febrero de 1932 en la iglesia del Real Patronato de Santa Isabel. Él mismo lo había dejado escrito en la página 50 de su Cuaderno V (1932), que dice así:

«[…] Yo me venía dando cuenta de esto y de que daba largas a ciertos propósitos de emplear mayor interés y tiempo en las prácticas de piedad, pero me tranquilizaba con el pensamiento: más adelante, cuando estés fuerte, cuando se arregle mejor la situación económica de los tuyos... ¡entonces!

—Y hoy, después de dar la sagrada Comunión a las monjas, antes de la santa Misa [3], le dije a Jesús lo que tantas y tantas veces le digo de día y de noche: «Te amo» [Nota a pie: «dije 'te amo más que éstas'»] [4]. Inmediatamente, entendí sin palabras: «obras son amores y no buenas razones». Al momento vi con claridad lo poco generoso que soy, viniendo a mi memoria muchos detalles, insospechados, a los que no daba importancia, que me hicieron comprender con mucho relieve esa falta de generosidad mía.

¡Oh, Jesús! Ayúdame, para que tu borrico sea ampliamente generoso. ¡Obras, obras! Seguiré diciéndote muchas veces que te amo –¡cuántas te lo he dicho hoy!– pero, con tu gracia, será mi conducta, serán las pequeñeces de cada día, con elocuencia muda, las que clamen delante de ti, mostrándote mi Amor» [5].

Esta locución sobrenatural quedó grabada para siempre en su alma [6] y lo irá dejando anotado en su Cuaderno:

«Dios mío: ¡cuánto me duele aquel ‘obras son amores y no buenas razones’!» [7].

«Dios mío, ¡cómo me duele aquel grito tuyo: ‘obras son amores y no buenas razones’! Sin embargo, ¡qué vida de tibieza, la mía! ¡qué miserable soy! ¿Hasta cuándo, Jesús, hasta cuándo! ¡Madre mía, Virgen de los besos, San José –mi Padre y Señor–, Angel Custodio, Madre Teresa!: mirad a este pobre pecador, y ayudadle... ¡que yo cumpla la Voluntad de Dios! –Esa frase, oída al dar la Sda. Comunión a las monjas de Sta. Isabel, en la ventanilla-comulgatorio, debe ser para mí una espuela –¡pobre borrico!– y no lo es: si lo fuera, ¿tendría yo nunca esta intranquilidad tonta de hoy?» [8].

Tenemos un testimonio emocionante de este lance sobrenatural. El actual Prelado del Opus Dei, Mons. Echevarría, que acompañaba a San Josemaría en la visita que hizo en 1972 a la iglesia del Real Patronato de Santa Isabel, escribe:

«Con emoción indescriptible me dijo, mientras señalaba la reja del lado izquierdo del presbiterio: 'allí fue –y paladeó cada palabra– lo de obras son amores y no buenas razones [9].

Este punto debe ser puesto en estrecha relación con el punto 242.

La locución sobrenatural se servía de un refrán de la lengua castellana, tan célebre que dio título a una comedia de Lope de Vega: Obras son amores [10].



[1] Ejercicios Espirituales, Meditación «Amor de Dios», Vitoria 25-VIII-1938; guión nº 113.

[2] En los Ejercicios Espirituales que predicó a los seminaristas de Valencia en 1940, San Josemaría se refirió a este punto en una de las meditaciones:

«Una vez un sacerdote estaba administrando la Sagrada Comunión a un grupo de almas escogidas y, con ese trato razonable del sacerdote con su Dios, su alma, amiga de Jesús, contemplativa, estaba en coloquio con su Redentor. A la vez que pronunciaba las palabras que la Iglesia pone en labios del sacerdote cuando administra la comunión, decía: Jesús, yo te quiero mucho. ¿Más que éstos?, le dijo el Señor, pues, obras son amores. —Hijo mío, que tú y yo le queramos. Pero, obras. Si no mejoramos, si nuestra conducta es como siempre, si no estudias, si no rechazas las tentaciones, si no purificas tu intención, si no piensas en las almas: ¡ay!»

(EjEsp, Meditación 5.2, Valencia 7-XI-1940; notas de D. Vicente Moreno; AGP, sec A, leg 100-38, carp 1, exp 18). Como se ve, Moreno no recogió con exactitud el diálogo de San Josemaría con el Señor; aunque sí la idea. Sobre este documento, vid la nota en el comentario al punto 704.

[3] En el Convento de Santa Isabel, como era lo más normal entonces, las monjas comulgaban fuera de la Misa; concretamente, antes, como dice San Josemaría en el texto y unos días después en su Cuaderno:

«Esta mañana, al cerrar el Sagrario después de la Comunión y antes de comenzar la Santa Misa [...]»

(Cuaderno V, nº 724, 13-V-1932). Una anotación de unos meses antes, siempre en Santa Isabel:

«Le he dicho varias veces a la Tornera que, cuando yo comulgo, como ellas ya han dado gracias porque les administro la sagrada Comunión antes de la Misa, le diga en mi nombre a Jesús cuánto le quiero»

(nº 464, 10-XII-1931). En cuanto a dar la Comunión antes de la Misa, San Josemaría seguía la praxis recibida: entonces esto era muy común. Pero, como sabemos, él pensaba sobre este particular de otra manera (leer en este sentido el comentario al punto 536).

[4] Era, en efecto, un pensamiento que le suscitaba de tiempo atrás la contemplación de una comunidad orante:

«Cuando veo una comunidad de religiosas orando, le digo a Jesús: no sé lo que te querrán éstas, pero yo te quiero más que todas juntas»

(Cuaderno IV, nº 421, 29-XI-1931).

[5] Cuaderno V, nº 606, 16-II-1932. «tu borrico»: el propio Autor; vid sobre el tema com/420, 606 y 998.

[6] Sobre el tema vid VAZquez de Prada, I, pgs 416-418.

[7] Cuaderno VI, nº 912, 20-I-1933. Una nota posterior de San Josemaría añade: «Por ahora hace un año».

[8] Cuaderno VII, nº 1120, 20-I-1934. Dice aquí que las palabras fueron oídas «al dar la comunión». En el relato de 1932 dice «después de dar la sagrada Comunión». El relato que recoge D. Vicente Moreno (EjEsp, Meditación 4.2, Valencia 2 a 9-XI-1940; AGP, sec A, leg 100-38, carp 1, exp 18) muestra cómo las dos versiones que da San Josemaría en sus Apuntes son la misma: iba repitiendo en su corazón el «te amo más que éstas» después de dar la comunión a cada monja y pronunciar las palabras rituales.

[9] Javier Echevarria, Memoria del Beato Josemaría Escrivá, 2000, pg 183; la cursiva es del original.

[10] Félix Lope de Vega y Carpio, Famosa comedia de Obras son amores. En ella se encuentran estas dos formulaciones del refrán en el diálogo entre Felisardo y Laura:

«Creedme que estoy corrida, /
y no porque me mouió /
interés para quereros, /
mas porque hablando los dos /
en cosas de amor, jamás /
obras el vuestro mostró, /
que obras, señor, son amores, /
que buenas razones no»

(Escena 3, lín 711). Tu le verás en mis obras, / pues como me dizes oy, / está el amor, Laura, en ellas, / que en buenas razones no (Escena 3, lín 743). El mismo Lope de Vega en el Soliloquio IV, estrofa 3ª, confesando sus pecados, dice: «Yo pensaba que os amaba | no más porque os quería: | quien tales obras hacía | lejos de amaros estaba. || Deciros amores yo, | ¿qué importa en tantos errores? | Obras, Señor, son amores, | que buenas palabras, no» (Félix Lope de Vega y Carpio, Soliloquios amorosos de un alma a Dios, Sol. VII; Mª Antonia Sanz Cuadrado (ed.), Castilla, Madrid 1948, pg 109). Vid com/477.