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Capítulo
Punto 246
Examen · Punto 246

 Acaba siempre
tu examen
con un acto de Amor —dolor de Amor—:
por ti,
por todos los pecados de los hombres...

—Y considera
el cuidado paternal
de Dios, que te quitó los obstáculos
para que no tropezases.

Comentario

Texto escrito por San Josemaría sobre una octavilla blanca, procedente también del guión que elaboró para predicar unos Ejercicios Espirituales a los sacerdotes de Vergara sobre el tema:

«Dolor y Dolor de Amor. Por mí, por todos los hombres. Por el amor que me ha tenido Dios, quitando los obstáculos» [1].

En el Retiro Espirtual que había predicado en Salamanca, seis meses antes se encuentra este apunte:

«Otro que vive vida sobrenatural y no ha sido pecador: Juan, el discípulo amado. Su llamada... Antes, precaver soberbia: Santa Teresita del Niño Jesús dice que Dios quitó los obstáculos. Por tanto, más Amor» [2].

El capítulo se ha ido encaminando hacia estos puntos finales, que nos ofrecen el «alma» del examen. La doctrina de este punto, y ya antes el salmo meditado en el punto 244, sitúan de manera formal el ejercicio cotidiano del examen de conciencia en su lugar propio: la relación personal con Dios.

El examen que hacemos los cristianos no es introspección: es una forma de oración.


San Josemaría con algunos de los diáconos que asistieron a los Ejercicios Espirituales que predicó en Vergara en 1938

San Josemaría, al exponer en el punto 90 los contenidos de la oración, los sintetiza diciendo que son: conocerle a Dios y «conocerte». Es decir, el examen de conciencia se realiza siempre en diálogo con el Señor, en oración. Una oración, por otra parte, que, al darnos el «propio conocimiento» (vid punto 609), es necesariamente una oración hecha de contrición ante Dios.

El examen «acaba» –tiene su acabamiento, su perfección– en el «dolor de Amor», como se dice en el texto [3]. Una contrición que se llena de agradecimiento por la inmensa bondad de Dios. Leer el punto 242, que vincula el «dolor de Amor» a los propósitos concretos.



[1] Ejercicios Espirituales, Plática «Examen», Vergara 5-IX-1938; guión nº 123.
[2] Retiro espiritual, Plática «Vida sobrenatural», Salamanca 25-I-1938; guión nº 91. La cursiva es mía.

[3] Los textos de Santa Teresita a los que se refiere San Josemaría pueden ser éstos:

«... cuando leía la vida de aquellos santos a los que el Señor quiso acariciar desde la cuna hasta el sepulcro, retirando de su camino todos los obstáculos que pudieran impedirles elevarse hacia él» (Ms/A fol 2v; MEC 5, 1996, pg 84; la cursiva es mía).


Santa Teresa de Lisieux

Y sobre todo el texto célebre del manuscrito C de Santa Teresita::

«Pero voy a hacer otra suposición. El padre, sabiendo que en el camino de su hijo hay una piedra, se apresura a ir antes que él y la retira (sin que nadie lo vea).

Ciertamente que el hijo, [39rº] objeto de la ternura previsora de su padre, si desconoce la desgracia de que su padre lo ha librado, no le manifestará su gratitud y le amará menos que si lo hubiese curado... Pero si llega a saber el peligro del que acaba de librarse, ¿no lo amará todavía mucho más(ibidem, fol 38v-39r; pg 113).

Este pasaje lo citó San Josemaría, leyéndolo íntegro, en los Ejercicios Espitituales que predicó a los seminaristas de Valencia en noviembre de 1940. (Ejercicios Espirituales, Meditación 1.4ª, Valencia 3-XI-1940; notas tomadas por Vicente Moreno, sacerdote; AGP, sec A, leg 100-38, carp 1, exp 18. Sobre este documento, leer la nota en el comentario al punto 704).