Menú
|
Capítulo
|
Punto 568
Devociones · Punto 568
Gustosamente harían su oficio los Santos Ángeles Custodios |
Comentario
Lo que «aquella alma» decía a los Ángeles está escrito ad litteram, sin palabras introductorias, en un guión de predicación:
Desconozco quién pueda ser esa persona. Lo que en todo caso parece claro es que San Josemaría se fue despegando progresivamente de este lenguaje –«morir de amor»–, por otra parte tan habitual en la mística medieval y moderna, porque no daba buena noticia del mensaje y el estilo de vida cristiana que el Señor le pedía que difundiera por el mundo. A raíz de su muerte se publicó este texto de 1962:
Ya se ve que el fondo teológico –no podía ser menos– es el mismo en San Josemaría y en Santa Teresa, pero el Autor de Camino no quiere escapar cuanto antes de esta tierra, sino gastar la vida en el servicio de Dios e impulsar a las gentes al encuentro con Cristo en la alegría y en el dolor de lo real y cotidiano del vivir en el mundo:
San Josemaría habla, como es tan habitual en él, extremando una contraposición –morir de amor, vivir de amor– para subrayar así el mensaje que quiere inculcar. Porque la expresión que emplea en Camino –y de la que se distancia después– admite ser entendida en el sentido que propone con «vivir de amor». Así el DRAE explica cómo la palabra «morir» se emplea para manifestar la fuerza con que se ama o la intensidad con que se desea algo: «me muero de ganas de...», «me muero de amor». Leer el punto 743, en el que gravita muy especialmente este clima de «vivo porque no vivo». Ese vivir en Cristo, claro está, comporta una continua «mortificación». Leer punto 187 y su comentario. [1] Ejercicios Espirituales Plática «Santa Pureza», Vitoria VIII-1938; guión nº 126. [2] Poesías, 2 («Muero porque no muero»); BAC 212, 8ª ed, 1986, pg 654. [3] El autor es el Comendador Joan Escrivá, cortesano de los Reyes Católicos, colaborador del Gran Capitán en Nápoles. El Autor de Camino en otra ocasión decía: es «un Escrivá de finales del siglo XV –pariente mío– que escribió una letrilla amorosa» (Tertulia, Roma 30-IV-1968). El poema es «el ejemplo clásico de la oposición y complementariedad de muerte y vida desde el punto de vista del conceptismo» (Francisco Rico, Mil años de poesía española. Antología comentada, Madrid, 2ª ed, 1996, pg 197) e influyó notablemente en las célebres coplas de Santa Teresa de Jesús (Aspiraciones de vida eterna) y de San Juan de la Cruz (Coplas del alma que pena por ver a Dios; BAC 15, 13ª ed, 1991, pgs 77-79) que tienen ambas como estribillo el «que muero porque no muero» (vid Torcuato Luca de Tena, La mejor poesía cristiana, Martínez-Roca, Barcelona 1999, pg 204). El texto del Comendador Escrivá puede verse ibidem, pgs 18-19, con esta variante para los versos 2 y 3: que no te sienta conmigo / porque el gozo de ir contigo. [4] AGP, sec P, leg 1, 1975, pg VII-764. Son notas de una meditación predicada en Roma en 1962. [5] Notas de una tertulia, La Lloma (Valencia) 7-I-1975; AGP, sec A, leg 51; también en AGP, sec P, leg 1, 1975, pg V-152. |