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Capítulo
Punto 519
La Iglesia · Punto 519

Ese grito —«serviam!»— es voluntad de «servir» fidelísimamente, aun a costa de la hacienda,
de la honra y de la vida, a la Iglesia de Dios.

Comentario

Texto escrito por San Josemaría sobre una media cuartilla, aprovechada de lo que empezó a ser un guión de meditación para los Ejercicios Espirituales de Vergara (septiembre de 1938), en cuyo dorso se lee: «Espíritu de carid[ad]».

A la Iglesia a la que se ama, se la sirve como un buen hijo. San Josemaría lo expresaba con lenguaje castizo en carta de la época a Casimiro Morcillo, sacerdote amigo suyo que moriría siendo Arzobispo de Madrid:

«No te olvides, Casimiro, de mi gente. Dile a nuestro Jesús que les dé un fuerte amor a la Santa Iglesia, para que siempre la sirvan –serviam!– 'sin sardina interpuesta' [1]. Nunca tendremos sardina, a la que aplicar el ascua» [2].

Tanto en la carta a Morcillo como en el punto de Camino el trasfondo es el mismo: la costumbre de los fieles del Opus Dei, al levantarse del lecho por las mañanas, de besar el suelo de rodillas, en señal de humildad, mientras dicen al Señor: «Serviam!».

El texto de Camino debe ser casi simultáneo a la carta citada. En ambos, el «serviam!» aparece no en clave teológica, sino eclesiológica. Por lo demás, en el punto de Camino parece haber una resonancia literaria del Maestro Ávila, que en una carta conocida con el nombre Doctrina admirable escribe:

«... entonces entenderéis que el sentimiento o llamamiento es de Dios, cuando le respondiéredes con el cumplimiento de su divino querer, aunque sea con riesgo de la hacienda, vida y honra» [3].

A mi entender, posterior a este punto de Camino es la carta circular que escribió San Josemaría a todos los fieles del Opus Dei el 9-I-1939, en la que les hablaba de una entrega total a este servicio y glosaba esos tres mismos conceptos, pero alterada la secuencia, que ahora es honra, hacienda, vida:

«la honra de vuestro apellido y de vuestro prestigio social y profesional, gustosamente puesta –sin salvedades– al servicio de Dios en su Obra: vuestra hacienda, entregada sin reservas: toda vuestra vida –entendimiento, corazón, actividad– metida en el único camino, que es el del cumplimiento de la Santa Voluntad de Dios, sintiéndoos felices de sacrificaros con tal de que la Obra sea un hecho en el mundo, para toda la gloria de Dios» [4].

 

Un sueño hecho realidad del Autor de Camino
al servicio de la Iglesia Universal:
la Universidad Pontifica de la Santa Cruz, en Roma

 



[1] «Sin sardina interpuesta». Alusión al proverbio español «arrimar el ascua a su sardina». San Josemaría deseaba que se sirviera a la Iglesia sin esperar satisfacción de intereses personales: «sin sardina interpuesta».

[2] Carta de San Josemaría Escrivá a Casimiro Morcillo, Burgos 4-X-1938; EF 381004-1.

[3] San Juan de Avila, Epistolario: Carta 184; BAC 313, 1970, pg 646, lín 336-339. El subrayado es mío.

[4] Carta circular de San Josemaría Escrivá a los fieles del Opus Dei, Burgos 9-I-1939; EF 390109-1.