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Capítulo
Punto 62
Dirección · Punto 62

 Director.
—Lo necesitas.
—Para entregarte, para darte..., obedeciendo.

—Y Director que conozca tu apostolado, que sepa lo que Dios quiere: así secundará, con eficacia,
la labor
del Espíritu Santo
en tu alma,
sin sacarte de tu sitio..., llenándote de paz,
y enseñándote el modo de que tu trabajo
sea fecundo.

Comentario

 

Para la situación de este punto en el Cuaderno VI, vid el comentario al punto 60. Ahora se comprende bien por qué San Josemaría situó las dos partes de la misma «catalina» en orden inverso. La primera, que es la que pasa a este punto, sintetiza la doctrina hasta ahora presentada en el capítulo Director, sí; pero Director que secunde la acción del Espíritu Santo, que es quien dirige. El pasaje original suena así:

«Director. Lo necesitas. Para entregarte, para darte..., obedeciendo. Y Director, que sea de la Obra, conocedor de lo que Dios quiere: así secundará, con eficacia, la labor del Espíritu Santo en tu alma, sin sacarte de tu sitio..., llenándote de paz, y enseñándote el modo de que tu apostolado sea fecundo» [1].

Es interesante el tenor de este texto, en el que se ve que, cuando escribe, San Josemaría está pensando en la Obra que el Señor le ha encargado realizar.

Para San Josemaría, el criterio es que, a la hora de elegir Director espiritual, el sujeto debe buscar a alguien que conozca bien las circunstancias de apostolado y de trabajo en que esa persona se mueve. Por eso aconseja a los fieles del Opus Dei que tengan un Director espiritual que sea de la Obra. Al escribir Camino, lógicamente no alude a la Obra, pero el criterio que ofrece es el mismo.

La carga de este punto está en la clara «relativización» del Director espiritual, como figura humana, ante la acción soberana del Espíritu Santo (vid el punto 57). El Director no «impone», «secunda». Y en ese secundar –«acompañando», como hoy es frecuente decir– está su autoridad y su fuerza.

Es el Espíritu el que se «impone» a las almas que le dejan actuar («no estorbes la obra del Paráclito», p/58). Ésta es la «obediencia» de que se habla en este punto: la obediencia de fe [2].



[1] Cuaderno VI, nº 932, 14-II-1933.

[2] Es, por otra parte, la doctrina de la gran tradición católica: vid por ej, Didachè, IV, 1-2 (Ench. Asc., 2) y la anotación 15ª del libro de los Ejercicios de San Ignacio (BAC 86, 2ª ed, 1963, pg 199).