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Capítulo
Punto 296
Vida sobrenatural · Punto 296

 Es duro leer, en los Santos Evangelios,
la pregunta de Pilato: «¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás
o a Jesús, que se llama Cristo?» —Es más penoso oír la respuesta: «¡A Barrabás!»
Y más terrible todavía darme cuenta de que ¡muchas veces!, al apartarme del camino, he dicho también
«¡a Barrabás!», y he añadido «¿a Cristo?... ‘Crucifige eum!’ —¡Crucifícalo!»
 

Comentario

En el dorso de la octavilla donde San Josemaría escribió este punto 262 hay un trozo de una carta de Álvaro del Portillo a Eugenio Vallarino, fechada en Burgos 4-I-39. San Josemaría escribió esta «Gaitica», por tanto, después de ese día y antes del 22 de enero en que, terminada la redacción, comenzó a pasar a máquina el conjunto.

No he encontrado interrelación documental. Tiene un acento personal la identificación del terrible drama de la Cruz con el clamor actual frente a Cristo:

«¡a Barrabás!», «¡Crucifícale!».

San Josemaría medita la Pasión siguiendo la tradición cristiana [1].



[1] San Alfonso María de Ligorio acentuaba el «¡a Barrabás!»:

«Jesús fue de nuevo presentado a Pilatos, y el gobernador lo presentó al pueblo para preguntarle a cuál de los dos quería que librase en aquella Pascua: a Jesús o a Barrabás, el homicida. El pueblo a gritos contestó: No a éste sino a Barrabás. Replicóles Pilatos: ¿Pues qué he de hacer con Jesús? Dicen todos: Sea crucificado. Y el Presidente: ¿Pero qué mal ha hecho? Mas ellos comenzaron a gritar diciendo: Sea crucificado. ¡Ah, Dios mío!, que la mayor parte de los hombres prosiguen hoy gritando: no a éste, sino a Barrabás, cada vez que menosprecian a Cristo por un placer carnal, por puntillos de honra, por un desahogo de cólera»

(Amor del alma o Reflexiones y afectos sobre la Pasión de Jesucristo, VII, 6; San Alfonso María de Ligorio, Meditaciones sobre la Pasión, Palabra, Madrid 1996, pg 61). El «¡Crucifícale!» destaca en la narración del P. La Puente:

«¿A cuál quieres más, a Cristo o a Barrabás? ¿A Dios o a la criatura? ¿Al cielo o a la tierra? ¿A la honra de Dios o a la tuya? Y cuando ando vacilando y dudando sobre lo que escogeré, llegan el demonio y la carne a persuadirme con sugestiones y razones que deje a Cristo. Y, finalmente, cuando consiento, es como abalanzarme y escoger a Barrabás, a la criatura y al deleite sensual o a la honra vana, con grande injuria de Dios y con gran desprecio de Cristo […] Mis pecados. Ellos son los que dan voces y dicen: Crucifícale, crucifícale»

(L. de La Puente, Meditaciones, Parte IV, Meditación 34, punto 2º [«Cristo, pospuesto a Barrabás»]; AP, II, 1950, pgs 283-285).