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Capítulo
Punto 617
Obediencia · Punto 617

Obedeced, como en manos del artista obedece un instrumento —que no se para a considerar por qué hace esto o lo otro—, seguros de que nunca se os mandará cosa que no sea buena y para toda la gloria de Dios.

Comentario

E

ste texto del Cuaderno VI, nº 1060, es otro de los cinco futuros puntos de C fechados en 11-X-1933 (vid p/614). El tenor literal del texto es también idéntico al de C. A este texto sigue en el Cuaderno el actual p/457. La lectura consecutiva de ambos integra muy bien la secuencia originaria del discurso. El Autor no está hablando aquí de «obediencia ciega». Vid sobre esta expresión com/941. Su preocupación es el sentido sobrenatural de la obediencia: que haya en el que obedece una convicción de que Dios está presente en el gobierno de la «empresa apostólica» en la que trabaja y a la vez un clima de confianza –en los que la dirigen– que genera un auténtico diálogo. Vid p/619.

Pero el otro polo, lo que modernamente se ha llamado obediencia «dialogada», tampoco representa el espíritu del Autor de C. «Obediencia inteligente»: ésa es la expresión que solía utilizar para describir la obediencia de la que él hablaba, que es verdadera obediencia, que pregunta y dialoga con el director, pero no en orden a un «consenso» pactado sino a una captación clara de lo mandado para obedecer con la cabeza. Vale para la obediencia lo que se dice en el p/983 a propósito de la perseverancia: que no puede ser «consecuencia ciega» de un impulso primero, sino que ha de ser una «perseverancia reflexiva».