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Capítulo
Punto 806
Proselitismo · Punto 806

 Dile, a... ése,
que necesito
cincuenta hombres
que amen a Jesucristo sobre todas las cosas.

Comentario

San Josemaría escribió este punto durante su estancia en Burgos, cuando estaba muy avanzado el año 1938, y posiblemente en la fase final de redacció de Camino.

El punto de partida es casi igual al punto que había anotado muchos meses antes, el 12 de enero, a los pocos días de llegar a Burgos:

«Día 12 de enero: Se va Perico [1]. Antes hemos estado en la capilla de las Teresianas, diciendo: «Señor, ¡danos cincuenta hombres, que te amen sobre todas las cosas!» [2].



Casa de las Teresianas en Burgos

Esos «hombres» de los que habla son –en el contexto histórico en que escribe– los hombres dispuestos a hacer el Opus Dei, que San Josemaría «necesitaba». Poco después comunicaba su pensamiento a todos los alumnos, exalumnos y amigos de la Academia DYA a través de la Carta circular «Noticias»:

«¡Ah! También necesitamos cincuenta hombres que amen a Jesucristo sobre todas las cosas. –¿Será verdad –no creo, no creo–, que en la tierra no hay hombres, sino vientres? Esperamos de todos muchas cartas» [3].

Era una limpia «provocación» a aquella juventud. En el número siguiente de «Noticias» baja al terreno personal:

«¿Sabéis que está en pie aquella pregunta, que os hice el otro día? ¿Hombres? En la tierra hay más vientres que hombres... Dime, hijo: Tú... ¿qué? J. Mª» [4].

Pienso que este texto fue compuesta no a partir del Cuaderno de Apuntes íntimos, sino de este ejemplar de «Noticias». En el texto transcrito está la fuente de dos puntos de Camino: éste y el punto 38.

Al cabo de los años, en 1972 le preguntaron sobre esto en un encuentro público en Madrid.

«Padre, tengo entendido que hace mucho tiempo usted dijo que necesitaba cuarenta hombres decididos a amar a Jesucristo sobre todas las cosas...».

San Josemaría le contestó asumiendo la cifra:

«Y el Señor ha encontrado más de cuarenta, muchísimos más: de todos los colores, de todas las razas, de todas las lenguas. ¡Es una maravilla! Hombres que tienen un común denominador pequeñito, y una variedad grandísima en el numerador, porque cada uno conserva su propio temperamento, su criterio, su libertad con responsabilidad. ¡Es muy hermoso! Yo, que lo estoy viviendo desde hace cuarenta y cinco años, casi no me lo creo. Me parece un sueño: un sueño divino».

«¿Y cómo podemos ser uno de ésos?» -le siguió preguntando.

«Si Dios te llama, sentirás una inquietud en tu alma. Puede llamarte siendo soltero o casado; no te digo que siendo viudo, porque eres joven y sería una pena... O siendo sacerdote, como yo.

Con esa llamada sentirás quizá un poco de miedo, porque el Amor tiene sus exigencias. Entre otras, la lealtad. El amor no es dar rienda suelta a las pasiones; es buscar el sacrificio, para hacer feliz a aquella persona a quien se ama» [5].



[1] Perico es Pedro Casciaro, que estaba destinado en Pamplona y que regresaría a Burgos el 8 de marzo.

[2] Cuaderno VIII dpdo, nº 1483, 12-I-1938; la cursiva es del original.

«Hombres, mujeres que amen a Jesucristo sobre todas las cosas» era una forma discreta de aludir a amigos y compañeros dispuestos a acoger la llamada del Señor a una plenitud de entrega cristiana.

La expresión reaparece en ese sentido en el consejo que da a Amparo Rodríguez Casado, una chica que se dirigía espiritualmente con él:

«Mira –encomendando el asunto primero– si encuentras por ahí a alguna amiga tuya que ame a Jesucristo sobre todas las cosas»

(Carta de San Josemaría Escrivá, Burgos 16-I-1939; EF 390116-1).

[3] «Noticias», Burgos, marzo 1938; AGP, sec A, leg 3 carp 3.

[4] «Noticias», Burgos, abril 1938; AGP, sec A, leg 3 carp 3.

 

[5] Notas de una tertulia, Madrid 24-X-1972; AGP, sec A, leg 51; también en AGP, sec P, leg 4, 1972, pg 733.