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Capítulo
Punto 164
Corazón · Punto 164

 ¿Cómo va ese corazón?

—No te me inquietes: los santos —que eran seres bien conformados
y normales,
como tú y como yo— sentían también esas «naturales» inclinaciones. Y si no las hubieran sentido, su reacción «sobrenatural» de guardar su corazón —alma y cuerpo—
para Dios, en vez de entregarlo
a una criatura, poco mérito habría tenido.
Por eso, visto el camino, creo que la flaqueza del corazón
no debe ser obstáculo para un alma decidida
y «bien enamorada».
 

Comentario

Redaccionalmente y por el contenido parece este punto una continuación del anterior. Históricamente se forja a partir de la carta que San Josemaría escribió a una persona del Opus Dei, que había decidido seguir el camino de la Obra en el celibato y flaqueaba en aquellas circunstancias de la guerra:

«Hijo mío: ¿Cómo va ese corazón? Espero que me trates ese punto con detenimiento en tu próxima. Desde luego, no te inquietes, ¿oyes?, pero no te quepa duda de que todos –¡yo también!– tenemos la natural inclinación al enamoramiento del sexo contrario.

Los santos –que no eran seres deformes, sino bien conformados, como tú y como yo– sentían esa «natural» inclinación. Y, si no la hubieran sentido, su reacción 'sobrenatural' de guardar su corazón –alma y cuerpo– para Dios, en vez de entregarlo a una mujer, ningún mérito habría tenido.

Por eso, visto el camino, creo –si no hay otros motivos: cuando nos veamos, charlaremos– creo que una cara bonita no debe ser obstáculo para un hombre decidido y bien 'enamorado'» [1].

Es interesante ver cómo San Josemaría reelabora su propio texto para pasar de la persona concreta a una situación universal. La última variante –«alma» en vez de «hombre»–, ya en las pruebas de imprenta, parece dirigida expresamente a que el punto «comprometa», en su estricto tenor literal, también a las mujeres.

Sobre la «normalidad» de los santos, leer el punto 133 y su comentario.



[1] Carta de Josemaría Escrivá, Burgos 8-IV-1938; EF 380408-7.