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Capítulo
Punto 242
Examen · Punto 242

«Lo que debo a Dios, por cristiano:
mi falta de correspondencia,
ante esa deuda,
me ha hecho llorar
de dolor:
de dolor de Amor. ‘Mea culpa!’»

—Bueno es que vayas reconociendo
tus deudas:
pero no olvides
cómo se pagan:
con lágrimas...
y con obras.

Comentario

 

Texto escrito por San Josemaría sobre una octavilla con dorso en blanco. Encontramos aquí el primero de los nueve puntos de Camino procedentes de las notas del retiro espiritual que San Josemaría hizo en Pamplona –él solo, como era su costumbre en aquellos años–, en el Palacio episcopal [1].

Estas líneas están escritas en un cuaderno nuevo (Cuaderno VIII duplicado) que empezó tras su travesía a pie a través de los Pirineos y fechó en Pamplona el 17 de diciembre, víspera del comienzo de los Ejercicios Espirituales.

No estamos –en el caso de estos puntos– ante «consideraciones» transcritas en el Cuaderno para luego darlas a conocer, sino ante notas personalísimas, íntimas, de su examen y de su oración personal durante el retiro que hizo en Pamplona.

Fue un año después (XII-1938) cuando, releyendo el Cuaderno para agregar nuevas consideraciones al libro que preparaba, las tomó como base de nuevos puntos de Camino. Este punto 242 es la primera de esas anotaciones que utiliza san Josemaría.

La meditación del segundo día del retiro, 19-XII-1937, tenía como tema «Lo que debo a Dios, por cristiano», y escribió:

«Día 19 de diciembre. Lo que debo a Dios, por cristiano: Mi falta de correspondencia, ante esa deuda, me ha hecho llorar de dolor: de dolor de Amor. Mea culpa, mea culpa, mea maxima culpa!...» [2].

Como se ve, el punto es autobiográfico, como los demás de esta serie de Pamplona. Es el mismo San Josemaría el que lloraba en el Palacio episcopal examinando su vida...


Puerta del Palacio Espiscopal de Pamplona

Tres de estos puntos (242, 250 y 438) son, redaccionalmente, prototípicos de la manera que tiene San Josemaría de «ocultarse y desaparecer» (leer en este sentido la Introducción al capítulo 41) cuando traslada a Camino textos de su Cuaderno.

En los tres puntos introduce a un tercer personaje, que aparece como el sujeto de las acciones, y el Autor de Camino, desde fuera, dialoga con él.

En este punto 242 San Josemaría recoge íntegro el texto de su anotación, y la pone entre comillas: es la forma que tiene de asignarla a esa otra persona, con la que habla a continuación.

En efecto, la segunda frase no está en el Cuaderno: fue redactada en Burgos para entablar diálogo. Recuerda a su interlocutor –«no olvides», le dice– el «cariñoso reproche» que el Señor le hizo años antes: «¡obras son amores!» (leer el punto 933 y su comentario). Aquí sí que podemos decir lo que de tantos puntos de Camino: que San Josemaría se está exigiendo, ante todo, a sí mismo.



[1] San Josemaría acababa de cruzar la frontera francesa, evadido de la zona republicana y fue acogido fraternalmente por el Obispo de la Diócesis navarra, don Marcelino Olaechea.

Mons. Marcelino Olaechea

Los nueve puntos de Camino, siguiendo el orden de las anotaciones, son: 242, 250, 747, 603, 804, 438, 932, 733.

[2] Cuaderno VIII dpdo, nº 1422; la cursiva es del original.