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Estudio · Punto 338
Antes, como los conocimientos humanos —la ciencia— eran muy limitados, parecía muy posible que un solo individuo sabio pudiera hacer la defensa y apología de nuestra Santa Fe. |
Comentario
Texto fechado el 23-VI-1932. Escrito por San Josemaría en el Cuaderno V, nº 759. Era ésta, desde los primeros tiempos de su labor apostólica en el campo universitario, una constante preocupación de San Josemaría, que advierte cómo desde el campo de la investigación científica –ayer como hoy– se busca dejar sin base racional y humana las verdades de la fe y la misma concepción cristiana de la vida. De ahí proviene su exhortación a plantear la propia actividad científica en el horizonte del amor a la verdad, que comporta la «apología de la fe». Desde el principio comprendió San Josemaría que los científicos y los investigadores sólo podían llevar a cabo esa tarea apologética si contaban con una seria formación teológica. Esto les permitiría, por otra parte, no realizar una apologética polémica, sino una verdadera «explicatio fidei», que es la mejor apología de la fe. Además, esa obligación de no «desentenderse» es una exigencia de la «unidad de vida» del cristiano, a la que nos hemos referido anteriormente. |