Lo que señala San Josemaría en este punto es pura consecuencia de la piedad eucarística que ha aparecido sobre todo en los capítulos sobre la Iglesia y la Santa Misa.

Los años 20 y 30, en los que San Josemaría fue madurando en su alma el estilo de su piedad, fueron años de fuerte recuperación de la vida eucarística en la Iglesia universal, a impulsos del magisterio de San Pío X.

En España, la obra del beato Manuel González –el santo obispo de Palencia, al que San Josemaría se refiere en el punto 531 (leer el comentario a este punto y al punto 87 nt 36)– difundió por todas partes un profundo amor a la Sagrada Eucaristía, con una peculiar espiritualidad del Sagrario y de la Visita al Santísimo Sacramento.

San Josemaría recomienda vivamente esta práctica de piedad, a la que está dedicada una de las obras más difundidas de San Alfonso María de Ligorio: Visitas al Santísimo Sacramento [1].