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Capítulo
Punto 969
El apostolado · Punto 969

 Los que, dejando
la acción para otros,
oran y sufren,
no brillarán aquí,
pero
¡cómo lucirá su corona en el Reino de la Vida!
—¡Bendito sea
el «apostolado
del sufrimiento»!

Comentario

Con este punto comienza una sección relativamente extensa, escrita toda ella en Burgos –excepto este primer punto–, en la que San Josemaría va dando unas pinceladas descriptivas de las distintas dimensiones –así las podríamos llamar– del apostolado en medio del mundo.

En casi todos los números va poniendo «nombre» a cada uno de esos aspectos del apostolado secular, comenzando por éste que sitúa, con plena conciencia, el primero de todos: el «apostolado del sufrimiento» [1].

El punto es el último de los tres que hay en este capítulo procedentes de Consideraciones Espirituales de Cuenca (los otros dos son el primero y el segundo).

Como en casi todas las consideraciones de estos últimos capítulos, que están muy en relación con cuestiones de praxis cristiana, San Josemaría cuenta con su experiencia en el Opus Dei. El precedente de este punto es esta anotación de su Cuaderno que escribió en el segundo aniversario de la fundación del Opus Dei [2]:

«Los que oren y sufran, en la Obra de Dios, puestos en casas ad hoc, no brillarán aquí, pero ¡cómo lucirá su corona en el Reino de la Vida!» [3].

San Josemaría, en sus giras apostólicas por hospitales y en sus visitas a enfermos, captaba una forma importantísima de santificación del «trabajo»: el dolor y la enfermedad como «vida ordinaria», la postración en clínicas y hospitales de hombres y mujeres cuya aportación a la dinámica secular de la sociedad es su dolor, vivido cristianamente.

Por eso, como he dicho, sitúa en la primera línea de combate el «apostolado del sufrimiento».



[1] No era inusual esta manera de hablar. Ya don Manuel González, al que tanto quiso San Josemaría, hablaba del apostolado «del saludo», «de la sonrisa», «de la buena cara», etc. Vid Apostolados menudos (1927), en D. Manuel González. Obras completas, Tomás Álvarez (ed.), Monte Carmelo, III, Burgos 1998, pg 695-740.

[2] Previamente transcribió el que sería el punto 590.

[3] Cuaderno II, nº 93, 2-X-1930. Sobre el tema vid A. de Fuenmayor, V. Gomez-Iglesias, J. L. Illanes, El itinerario jurídico del Opus Dei, 1989, pg 57.