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Capítulo
Punto 191
Mortificación · Punto 191

 Véncete cada día desde el primer momento, levantándote en punto, a hora fija, sin conceder ni un minuto a la pereza.
Si, con la ayuda de Dios, te vences, tendrás mucho adelantado para el resto de la jornada.
¡Desmoraliza tanto sentirse vencido en la primera escaramuza!
 

Comentario

San Gabriel, Molinoviejo (Segovia)

Este es el original manuscrito en Cuaderno VI, nº 964, 23-III-1933:

«Véncete cada día desde el primer momento, (hube de interrumpir. Sigo el 24, fiesta de S. Gabriel –nuestro S. Gabriel [1]–, vísperas de la Anunciación) levantándote en punto, a hora fija, sin conceder ni un minuto a la pereza» [2].

«Al leer esto –escribe Álvaro del Portillo en su anotación 738 a los Apuntes íntimos de San Josemaría– me comentó el Padre, sonriendo, que tenía experiencia personal de ser vencido en esa primera escaramuza: y no me cuesta ningún trabajo creerlo, porque estaba agotado».

Eran aquellos años de muchísimo trabajo físico, aparte del intelectual y moral, y San Josemaría dormía muy poco tiempo. Por eso, cuando se tenía que levantar, le costaba un trabajo muy grande. Rememorando con humor aquellos tiempos primeros, contaba (yo, personalmente, se lo oí así en los años cincuenta):

«¿Sabéis lo que hacía yo, durante una época –hace años, apenas cumplidos los treinta– en que me encontraba tan fatigado que apenas conciliaba el sueño? Pues, al levantarme, me decía: antes de comer dormirás un poco. Y cuando salía a la calle, añadía contemplando el panorama de trabajo que se me echaba encima aquel día: Josemaría, te engañé» [3].

Escrito ya lo que precede, he encontrado entre las notas del Retiro de 1933, dirigidas a su confesor, ésta ­–no había reparado antes en ella–, en la que San Josemaría dejó escrito, «apenas cumplidos los treinta», lo que le hemos oído contar:

«3/ Me encuentro tan inclinado a la pereza, que, en lugar de moverme a levantarme a mi hora por la mañana el deseo de agradar a Jesús, –no se ría– he de engañarme, diciendo: «después te acostarás un ratito durante el día». Y, cuando antes de las seis camino hacia Santa Isabel, bastantes veces me burlo de ese peso muerto que llevo y le digo: «borrico mío, te fastidias: hasta la noche, no vuelves a acostarte» [4].



[1] «Nuestro S. Gabriel». Cuando el Fundador del Opus Dei hace este apunte, los tres Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael eran ya Patronos de los diversos apostolados que realiza el Opus Dei.

Cómo fue eso lo cuenta él mismo en un documento posterior:

«Eran los primeros días de octubre de 1932, cuando, haciendo un retiro espiritual en el Convento de los Carmelitas Descalzos de Segovia, con un aislamiento completo según era mi costumbre, sin que nadie me acompañara ni me diera conversación o plática alguna, pasaba largos ratos de oración en la capilla donde se guardan los restos de San Juan de la Cruz: y allí, en esa capilla, tuve la moción interior de invocar por vez primera a los tres Arcángeles y a los tres Apóstoles –cuya intercesión pedimos cada día todos los socios de la Obra en nuestras Preces–, teniéndoles desde aquel momento como Patronos de las tres obras que componen el Opus Dei»


Manrique
Desde los jardines del Convento de Carmelitas Descalzos


(Instrucción, 31-V-1936, n 9). La «labor de San Gabriel» designa las tareas de formación y apostolado dirigidas a hombres y mujeres casados.

[2] El texto continúa con un tenor idéntico. «a hora fija» es un añadido interlineal en el Cuaderno.

[3] La nota está en AGP, sec P, leg 1, 1955, V, pg 9 y 1973, pgs 590s. Copio algunas notas sobre el tema tomadas de los Cuadernos de San Josemaría. En el año 1934 escribía:

«¡Cuántas preocupaciones y cuántas noches a medio dormir! Aunque, en general, duermo bien, porque mi paz es, gracias a Dios, honda y fuerte» (Apuntes íntimos, nº 1206, 20-XII-1934).

En 1935, después de una visita al P. Sánchez, anotaba en su Cuaderno:

«hemos tratado de puntos de dirección de mi alma — no me consiente grandes penitencias: lo de antes, nada más, y dos ayunos, miércoles y sábados, y dormir seis horas y media, porque dice que, si no, a la vuelta de dos años estoy inutilizado» (Apuntes íntimos, nº 1221, 19-II-1935).

Éstos son unos propósitos que hizo en el retiro espiritual de Pamplona, durante la guerra civil:

«'ser fiel al horario, en la vida ordinaria', y, si me lo permite el confesor, 'dormir sólo cinco horas, menos la noche del jueves al viernes que no dormiré': concretos y pequeños son estos propósitos, pero creo que serán fecundos» (Apuntes íntimos, nº 1429; 20-XII-1937).

[4] Apuntes íntimos, nº 1727, junio 1933. Iba todos los días, antes de las 6 de la mañana, desde Viriato (o Martínez Campos 4) hasta Atocha.