Menú
Capítulo
Punto 316
Más de vida interior · Punto 316

 Me dices que sí, que quieres. —Bien, pero ¿quieres como un avaro quiere su oro,
como una madre quiere
a su hijo,
como un ambicioso quiere los honores
o como un pobrecito sensual su placer?
—¿No?
—Entonces no quieres.
 

Comentario

El cambista y su mujer, Marinus van Reimerswaele

San Josemaría redactó este punto posiblemente, a partir de este apunte que había escrito en 1938::

«¿Quiero seriamente? «Como avaro, novio, madre, negociante?» [1].

El tema tuvo un fuerte desarrollo en la predicación de San Josemaría Escrivá. El Cardenal Suquía, que asistió a los Ejercicios Espirituales de Vergara cuando era un sacerdote recién ordenado, dejó constancia de la impresión que le produjo oírle predicar este punto:

«El amor a Cristo: Recuerdo aquel amor a Cristo que respiraban todas sus frases. Conservo imborrable recuerdo de aquellas palabras: 'Amar a Cristo con locura, con enamoramiento, como un avaro su dinero, como un negociante su negocio, como un amante a su amada, como un pobre desgraciado sus placeres sensuales'» [2].

En los años anteriores a la guerra, San Josemaría tuvo una gran devoción al Amor Misericordioso y conoció los escritos de una de sus propagadoras, la Madre Marie Thérèse Desandais, que escribía con el pseudónimo de P. M. Sulamitis [3].

En este punto de Camino puede haber una resonancia de este párrafo de P. M. Sulamitis:

«Mirad cómo los avaros piensan sin cesar en enriquecerse; los que ambicionan honores, los buscan al precio de todas las bajezas; los que están hambrientos de placeres, hacen cuanto pueden por procurárselos; las madres, las esposas y los esposos fieles, los amigos, están pendientes de aquello que puede agradar a los que aman; los que se dedican al estudio aprovechan todas las ocasiones de adquirir conocimiento: el objeto que cada uno tiene en su voluntad, le trae continuamente ocupado» [4].

El punto de Camino ofrece en la formulación del dilema una nota tajante que se expresa en la drástica y lapidaria conclusión final:

—¿No?
—Entonces no quieres.

Esta es una frase, escribe Ibáñez Langlois, «que no lleva signos de exclamación porque los contiene en sí y le sobrarían» [5].

Las palabras y la experiencia de este punto de Camino emergían años después en otro libro de San Josemaría: Surco, en el punto 798:

«Todavía no quieres al Señor como el avaro sus riquezas, como una madre a su hijo..., ¡todavía te preocupas demasiado de ti mismo y de pequeñeces tuyas! Sin embargo, notas que Jesús ya se ha hecho indispensable en tu vida...

―Pues, en cuanto correspondas por completo a su llamada, te será también indispensable en cada uno de tus actos».



[1] Ejercicios Espirituales, Meditación «Dos banderas. Genio militar de San Ignacio», Vitoria 21-VIII-1938; guión nº 83.

[2] Antiguo escrito del Cardenal Ángel Suquía sobre los Ejercicios Espirituales predicados por San Josemaría en Vergara, fechado en 26-II-1942; original en AGP, sec A, leg 4, carp 5, exp 9.

[3] En torno a la devoción al Amor Misericordioso surgen varios movimientos devocionales a comienzos de siglo en distintos puntos de Europa (Sor Benigna Consolata Ferrero, en Italia; Santa Faustina Kowalska, en Polonia; Marie Thérèse Desandais, en Francia; M. Esperanza Alhama, en España...) .

El movimiento devocional que propugnaba la M. Desandais tiene como objetivo central resaltar la Misericordia de Dios; y se presenta como complemento y desarrollo de la devoción al Corazón de Jesús y en sintonía con las enseñanzas de Santa Teresa de Lisieux.

La M. Desandais presenta a Dios, que sale al encuentro del pecador y busca su conversión, favoreciendo en el alma una actitud de confianza, abandono filial y correspondencia generosa a la gracia.

No son ajenos a esta devoción otros aspectos como la infancia espiritual, la ofrenda de la propia vida, el valor de las pequeñas acciones hechas por amor, la oración por los sacerdotes y religiosos, etc.

—En España cobra fuerza con el apoyo del dominico P. Juan González Arintero, que por medio de la revista La Vida Sobrenatural publicó los escritos de la salesa Marie Thérèse Desandais, bajo el seudónimo de Sulamitis, P.M. (Petite main).

P. González Arintero, que durante un tiempo
fue confesor de San Josemaría

También se divulgaron en folletos y hojas volanderas, editados por personas del entorno del P. Arintero. Estos escritos tienen un contenido doctrinal –teológico y moral– profundo, y facilitan un trato afectivo con el Señor. Entre las prácticas devocionales sugeridas, destacan dos: la contemplación de la imagen de Jesucristo Amor Misericordioso, un Cristo vivo, y la oración de ofrenda al Amor Misericordioso.

—Entre las personas donde se difundía el Amor Misericordioso en Madrid, en la década de los veinte, hasta la guerra, cabe destacar a la Madre Esperanza Alhama, que fundó las Esclavas del Amor Misericordioso, y a Juana Lacasa.

La Venerable Madre Esperanza Alhama,
que durante su estancia en Madrid conoció
y trató a San Josemaría

Entre los lugares donde se vivía esta devoción –y en muchos casos, se difundía–, se encuentran el primer Monasterio de la Visitación, la Basílica de Atocha, la iglesia del Inmaculado Corazón de María, las Reparadoras de la calle Torija, las Esclavas de Martínez Campos, el Patronato de Santa Isabel, etc.; personas y lugares conocidos y frecuentados por el Autor. Sobre el tema vid Federico M. Requena, Espiritualidad en la España de los años veinte. Juan G. Arintero y la revista 'La Vida Sobrenatural' (1921-1928), Eunsa («Col. Historia de la Iglesia», 32), Pamplona 1999, pgs 166-177.

[4] P. M. Sulamitis, «La Gloria de Dios» (II), en La Vida Sobrenatural, 21 (1931) 94. Este artículo circuló también en un folleto: P. M. Sulamitis, La gloria de Dios, Obra del Amor Misericordioso, Edit. La Tipográfica, 3ª ed, Vergara 1935 (cita en pg 18). Por lo demás, la comparación con el avaro, el ambicioso y el lascivo para exhortar al sacrificio es clásica:

«Que si consideramos lo que suda el avariento en su pozo, y las ansias con que anhela el ambicioso a su bien, y lo que cuesta de dolor al lascivo el deleite, no hay trabajo ni miseria que con la suya se iguale»

(Fray Luis de LEOn, De los nombres de Cristo, Cristóbal Cuevas (ed.), Cátedra [«Letras hispánicas», 59], 6ª ed, Madrid 1985, pg 232).

[5] J. M. IbaÑez Langlois, Josemaría Escrivá como escritor, (2002), pg 21. Un jugoso comentario estilístico a este punto 316 se encuentra en G. Ortiz de LandAzuri, «Aspectos literarios de ‘Camino’...», pg 15.