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Capítulo
Punto 91
Oración · Punto 91

 Me has escrito:
«orar es hablar
con Dios.
Pero, ¿de qué?»
—¿De qué?
De Él, de ti:
alegrías, tristezas, éxitos y fracasos, ambiciones nobles, preocupaciones diarias...,
¡flaquezas!:
y hacimientos
de gracias y peticiones: y Amor y desagravio.
En dos palabras: conocerle y conocerte: «¡tratarse!»


Fotografía: escalinatas de la Iglesia de Santa Isabel, en Madrid, donde tuvo lugar el sucedido con "Juan, el lechero" que narra San Josemaría en el vídeo.
Comentario

 

Punto redactado por San Josemaría en una ficha que tenía en el dorso "noticias", y escrito, por tanto, después del 6-XII-1938. La forma dialógica del texto se encuentra ya en la anotación que le sirvió de punto de partida a San Josemaría, un guión del retiro que predicó ese año en Salamanca:

«–¿Qué es orar? Hablar: diálogo, o conversación con Dios. –¿De qué? Alegrías, tristezas, preocupaciones, acciones de gracias, peticiones, Amor, desagravios: conocerle y conocernos: ¡tratarse!» [1].

La expresión «me has escrito» podría ser en este caso –no es lo normal– un recurso para introducir el estilo dialógico del guión.

San Josemaría predicaba a la gente joven sobre la oración con formas conversacionales semejantes:

«I. ¿Qué es orar? Levantar el corazón a Dios... petición, acción de gracias, conocerle y conocernos» [2].

«Qué es orar. Vocal y mental. No sé orar. Padre no sé hacer oración (el vestido completo). Cómo ha de hacerse (atención, confianza, perseverancia, en nombre de Jesucristo): sencilla, confiada; no sé qué pedir. Consuelos y sequedad» [3].

En la sencillez de este punto culmina la doctrina sobre la oración expuesta desde el punto 88. Para San Josemaría oración e interioridad cristiana vienen prácticamente a identificarse. La «vida interior» del cristiano no es introspección, ni técnica, ni método –aunque todo esto pueda tener su sitio–, sino sencillamente «oración».

Es decir, recogimiento esencialmente referido al Tú de Dios. Pero no es ante todo «pensar», «discurso» y mucho menos «discurso metódico», sino «hablar y escuchar»: diálogo, conversación, «trato» personal de Dios con el hombre y del hombre con Dios [4].

Es interesante notar también que, para San Josemaría, esta «vida interior» –oración– no es «huida del mundo» sino atención a su realidad cotidiana, sopesada y cribada desde la conciencia del sujeto en diálogo con el Señor. Vid a este propósito el punto 97.

«Tratarse». El progreso de la vida interior, según San Josemaría, no es sino el desarrollo de este «tratarse», que sintetiza, todavía más, el «conocerle y conocerte» en que ya lo había resumido todo (oración e interioridad), y en el que resuena el célebre «noverim me, noverim te» de San Agustín [5].

Pero no sólo el tema agustiniano del «conocerse», sino el teresiano del «tratar de amistad» se encuentra en la matriz teológica y espiritual de este punto y, en general, de todo el capítulo: «que no es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama» [6].

La oración es, para San Josemaría , «la conversación con el Gran Amigo» (p/88).



[1] Retiro espiritual, Meditación titulada «Oración», Salamanca 25-I-1938; guión nº 92.

[2] Ejercicios Espirituales, Plática «Oración», Madrid enero 1935; guión nº 54.

[3] Ejercicios Espirituales, Plática «Oración», Madrid diciembre 1935; guión nº 69.

[4] Casi simultánea en el tiempo a esta «gaitica» es esta otra, que se conserva en el Archivo General de la Prelatura del Opus Dei:

«Decidle a un niño que tenga método para discurrir y hablar. ¡Imposible! —Si no os hiciereis como niños... Voy a hacer mi oración de niño: impetuosa, ardiente, llena de afectos y locuras de Amor»

(AGP, sec A, leg 50-4, carp 1, exp 19, que contiene un pequeño bloque de fichas sobre «Cosas pequeñas»).

[5] San AgustIn, Soliloquiorum, lib 2, cap 1, 1; PL 32, 885.

[6] Santa Teresa de Jesus, Libro de la Vida, 8, 5; BAC 212, 8ª ed, 1986, pg 61.