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Capítulo
Punto 350
Estudio · Punto 350

No es suficiente que seas sabio, además de buen cristiano. —Si no corriges las maneras bruscas de tu carácter, si haces incompatibles tu celo y tu ciencia con la buena educación, no entiendo que puedas ser santo. —Y, si eres sabio, aunque lo seas, deberías estar amarrado a un pesebre, como un mulo.

Comentario

Octavilla redactada en principio por San Josemaría durante su estancia en la Legación de Honduras en Madrid, donde estuvo refugiado junto con otras personas.

Existe abundante información sobre el contexto redaccional de este punto de Camino. Es fruto de una pequeña historia llena de humor.

Se trata de una de las numerosas anécdotas que le contaban la San Josemaría los que le acompañaban en aquel lugar de refugio. Describe la anécdota el Prof. González Barredo, que conocía muy bien al protagonista, como se verá.

Cuenta González Barredo:

«Era realmente difícil la convivencia tan continuada con personas de toda condición y cuyos nervios estaban siempre a punto de saltar. El Padre nos daba ejemplo de mirar a aquellas personas como seres destinados a la santificación; su deseo de la salvación de todos era cada vez más intenso, y esta visión sobrenatural del Padre nos ayudaba a nosotros a llevar todo muy bien.

Además de los modos y razones sobrenaturales, el Padre nos enseñaba que en un ambiente tan difícil tenían aún más importancia las formas de buena educación.

Ésta fue probablemente la ocasión por la que el Padre escribió, refiriéndose a alguna persona que vivía allí el número 350 de Camino. Quizá hiciese referencia a un amigo mío que era muy sabio y buen católico, pero era muy brusco» [1].

Ilustran esta peripecia las cartas que escribió durante aquel periodo San Josemaría a los que estaban fuera de la Legación, sobre todo las que dirigió a Francisco Botella y Pedro Casciaro, que se divertían al oir narrar estas cosas.

En esas cartas de sabor costumbrista, San Josemaría demuestra una notable capacidad de observación:

«¡Ay, qué peluca le está echando el profesor XX. a su alumno de alemán, mi nieto José Mª Barredo! Es divertidísimo oír y ver (casi suelta tacos, y, sin casi, puñetazos en la mesa) la escenita: hay otro alumno desconocido, que acierta más que mi pequeño, y, ¡claro!, éste paga» [2].

Pocos días después «el abuelo» (como se designaba San Josemaría a sí mismo en esas cartas, para evitar la fuerte censura en aquellos tiempos de guerra) toma de nuevo la pluma y les escribe a Botella y a Casciaro una carta que comienza así:

«¡Otra vez el abuelo! Sí, peques: otra vez el abuelo..., que está harto de oír la voz desapacible, llena de gritos, del profesor de alemán, que dice: 'su niño de usted está gordo, pero su sombrero de él es verde'» [3].

Escribe en otra carta, fechada el 1 de mayo:

«Están dando clases de alemán, y dice el profesor con sus malos modos de costumbre: ‘Para corregir, estoy yo. ¿Oyes, Sagrario?’. Y la chica se calla. Lo malo es que me queda una hora de escuchar frases tan enjundiosas como ésta: ‘yo tenía dinero, y tú tenías un paraguas verde’» [4].

Las clases de alemán siguieron dándose con perseverancia – San Josemaría exhortaba a los que le rodeaban a trabajar y a aprovechar el tiempo– y a finales de agosto, poco antes de que el Fundador saliera de la Legación, volvió a escribir sobre el tema. En una carta fechada el 22 de agosto le contaba a Casciaro y a Botella, con el humor de siempre, lo que hacía cada uno:

«Y, medio tronchado sobre dos colchones, que hay en un rincón, está José Mª B., mi otro nieto: debe estar pensando en alemán, en ese alemán que le enseña, con modos brutales, su 'institutriz'» [5].

Juan Jiménez Vargas, refiriéndose a este punto, escribe: «El comentario lo leímos, escrito en un Cuaderno, antes de aparecer en Camino, y no nos venía nada mal» [6].


[1] José María González Barredo, Testimonio, Nueva York 25-V-1976; AGP, sec A, leg 100-26, carp 1, exp 13.

[2] Carta de San Josemaría Escrivá a los fieles del Opus Dei en Valencia, Madrid 21-IV-1937; EF 370421-1.

[3] Idem, Madrid 26-IV-1937; EF 370426-1. Resulta claro que todo -las clases de alemán, etc.- acontecía en una misma habitación, en la que todos tenían que convivir.

[4] Idem, Madrid 1-V-1937; EF 370501-1.

[5] Idem, Madrid 22-VIII-1937; EF 370822-2.

[6] Relato del 77, pg 10 (la cursiva es mía). La observación de Jiménez Vargas, si es exacta, abona la hipótesis que hemos mantenido de que el Cuadernito que tenía San Josemaría durante su estancia en la _Legación de Honduras en Madrid contenía más puntos de Camino de los que hoy están escritos en las hojas que han quedado. Por ejemplo, este punto 350, que no figura en ellas, podría estar en una de las 22 primeras páginas, que no se conservan.