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Capítulo
Punto 359
Estudio · Punto 359

Pon un motivo sobrenatural a tu ordinaria labor profesional, y habrás santificado el trabajo.

Comentario

Como sucede con los puntos que cierran capítulos de Camino, la ubicación de este punto 359 al final de este capítulo sobre Estudio está muy pensada.

San Josemaría parte de una consideración del trabajo realizado con rigor, con esfuerzo, con la calidad que le viene exigida –de manera inmanente, podríamos decir– por la naturaleza «humana» y profesional de esa actividad.

Pero eso no basta; toda esa realidad debe ser «vivida» desde la interna condición «cristiana» del sujeto que trabaja, y por tanto, debe aflorar en la motivación «sobrenatural» de esas actividades.

La expresión «santificar el trabajo», que en la formulación del espíritu del Opus Dei hecha por San Josemaría, adquirirá un verdadero carácter emblemático, aparece aquí por primera y única vez en Camino [1].

Me refiero a la expresión –cuyo «uso técnico», podríamos decir, lo establecerá San Josemaría con posterioridad–, y no a la doctrina de la «santificación del trabajo», que se encuentra en todas partes en el libro: es, en concreto, es el alma de este capítulo, que termina precisamente con estas palabras: santificar el trabajo.

Póngase en relación este punto 359 con el punto 347. En el planteamiento de San Josemaría, el trabajo profesional ordinario, realizado con calidad humana [2] y sentido sobrenatural, es «parte integrante» de la «vocación divina» [3].



[1] La expresión había aparecido ya en un texto de 1933, de verdadero carácter configurador del espíritu del Opus Dei, que hemos citado en el comentario al punto 175, en la nota 21. En 1966 explicaba San Josemaría a un periodista de «Le Figaro» cómo «el quicio de la espiritualidad específica del Opus Dei es la santificación del trabajo ordinario» (Conversaciones, 34).

El pensamiento del Fundador del Opus Dei sobre el tema, expuesto de manera práctica y profunda, puede verse en numerosos lugares de sus obras ya publicadas, por ej en la homilía titulada «Trabajo de Dios», de 1960, incluida en el volumen Amigos de Dios, 55-72.

Un estudio monográfico sobre el tema, repetidamente editado en varios idiomas, es el citado de J. L. Illanes, La santificación del trabajo, 2001. Ver especialmente, en relación con el punto 359, la página 132 y siguientes.

[2] Se lee en Forja:

«Si queremos de veras santificar el trabajo, hay que cumplir ineludiblemente la primera condición: trabajar, ¡y trabajar bien!, con seriedad humana y sobrenatural»

(Forja, 698).

[3] Todavía en 1962 podía escribirse: «Constituye verdaderamente una novedad que la palabra trabajo se inserte en un diccionario de conceptos fundamentales de teología: una novedad extraordinariamente significativa tanto en relación con la conciencia cristiana como respecto a la reflexión teológica. Con ello se da entrada en la estructura tradicional de la teología cristiana a los progresos de la visión recientemente alcanzada sobre la posición del hombre en la creación y en la historia» (palabras del P. Marie-Dominique Chenu OP, que se preocupó tanto por el sentido cristiano del trabajo, al comenzar la voz «Trabajo» en Heinrich Fries [dir.], Conceptos Fundamentales de Teología, IV, Cristiandad, Madrid 1967, pg 368; paradójicamente en esta obra no hay un artículo para ese «concepto fundamental de teología» que es «Vocación», que sigue confinado al ámbito de la «espiritualidad»; Chenu en cambio ve perfectamente (pg 380) la inserción del trabajo humano en la vocación cristiana. Vid también José Luis Illanes, «Vocación», en GER, xxiii (1975) pgs 661ss y Santino Bisignano, «Vocazione», en DESp, III, pg 2672.

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